El milagro económico español de la última década tiene su lado oscuro; un ingente coste medioambiental y un impacto quizá irreversible sobre el territorio y los espacios naturales. A vista de pájaro se percibe la colonización del litoral, carcomido por el ladrillazo, el crecimiento de los regadíos artificiales -cultivos y campos de golf-, y la pérdida de bosques y humedales. El Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) edita ahora un estudio único que ilustra la metamorfosis acelerada de la vieja piel de toro en menos de dos décadas.