La agenda del presidente que distribuyó la Casa Blanca le situaba en una videoconferencia entre Bagdad y Camp David. Lo que no esperaba ni su propio Gabinete era que George W. Bush apareciera sentado en el extremo iraquí de la conexión. El segundo viaje sorpresa de Bush al país del Pérsico se preparó con tanto secreto que no lo sabía ni la CIA, y estuvo aparcado a la espera de que el primer ministro, Nuri Kamal al Maliki, completase su Gobierno. Sólo el vicepresidente, Dick Cheney; el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld; y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice; junto a tres altos funcionarios de la Casa Blanca sin identificar, compartían el secreto.