Realizar un par de malabarismos en un estadio con las gradas vacías, en un terreno de juego sin líneas ni porterías y sólo con el aliento de una decenas de jóvenes aficionados, no dice nada. Para el resto del mundo es un día más, pero para Marco Navas ayer fue un día importante. Por primera vez pisaba el césped de Chapín vistiendo la elástica azulina. Era el día de su presentación. Los objetivos de las cámaras ayer lo tuvieron fácil, la próxima vez que lo vean por el prado del estadio jerezano tendrán que estar más rápidos para cazar la imagen del veloz interior diestro.