Alemania llora. Italia hace buena su cábala. Cada doce años le toca jugar la final del Mundial. Y en ella está. Como en México'70. Como en España'82, donde fue campeón. Como en Estados Unidos'94, donde perdió por penaltis. Ayer logró su clasificación a lo grande. Con buen juego, casta y ambición. No fue la Italia rácana de tantas veces. Fue una selección segura de sí misma, que salió a ganar. Y ganó. Todo lo contrario que Alemania, impotente para imponer su estilo y cobarde cuando se sintió inferior.