De dos flechazos. Así se lleva el Cádiz el mejor botín de La Rosaleda, un estadio menos espinoso de lo que se creía en un principio. Primero robando y después matando, sin piedad. Con el orden propio de una legión romana y la contundencia arriba del ejercito de Khan (Gengis, no Oliver), pero con la destreza en el tiro y la pillería del Cacique uruguayo. Medina se convirtió en el gran protagonista de ayer, pero lo mismo que Gerónimo sin sus apaches o Caballo Loco sin sus sioux, si sus compañeros no hubieran respaldado a su líder el delantero no habría conseguido su gesta.