Cádiz C.F.

El Cádiz, flechado

El equipo amarillo vence a un rival directo con dos goles de Medina El árbitro no vio una mano clara en el primer tanto y favoreció a los cadistas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

De dos flechazos. Así se lleva el Cádiz el mejor botín de La Rosaleda, un estadio menos espinoso de lo que se creía en un principio. Primero robando y después matando, sin piedad. Con el orden propio de una legión romana y la contundencia arriba del ejercito de Khan (Gengis, no Oliver), pero con la destreza en el tiro y la pillería del Cacique uruguayo. Medina se convirtió en el gran protagonista de ayer, pero lo mismo que Gerónimo sin sus apaches o Caballo Loco sin sus sioux, si sus compañeros no hubieran respaldado a su líder el delantero no habría conseguido su gesta.

Y es que en Málaga el viento siempre sopló a favor del kayac gaditano. Las aguas del destino deparaban un encuentro en el que al Cádiz le vino todo de cara y, lo mejor, es que supo aprovecharlo. Para empezar, el árbitro echaba una mano (además de la otra), después la defensa malaguista tendía otra mano amiga y al final, todos manos a la obra para defender la renta. Un golpe de mano en uno de esos campos donde los de Espárrago están atando la permanencia ante rivales directos (Santander, Montjuic, Vitoria, Sevilla,...).

Los amarillos llegaban a Málaga con pinturas de guerra. Aún quedaba el rescoldo de la brillante clasificación copera y del resurgir liguero ante el Getafe. Pero eso no aliviaba la presión del equipo, que después de su mala racha anterior estaba obligado al menos a sacar algo positivo en el feudo de un enemigo público. Eran tan rivales que hasta tenían los mismos puntos, lo que convertía al duelo en un partido de seis puntos (los que gana uno y los que pierde el otro).

Era tal la importancia del envite que el técnico cadista apostaba por su equipo de gala, ese que hace un mes nutría los banquillos de media España y que ahora se curte la piel en Primera victoria tras victoria. Las ausencias de Estoyanoff y De Quintana serían cubiertas con solvencia por Jonathan y De la Cuesta.

El triunfo comenzaba a fajarse en el valiente planteamiento de Espárrago, que en los primeros minutos siempre quiere el balón pues es la mejor manera de frenar al adversario. El conjunto gaditano, muy bien armado en el centro del campo gracias a un inconmensurable Bezares y a un experto Benjamín, controlaba el cuero y avisaba en una jugada en la que Enrique no supo conectar con sus compañeros. Tapia reaccionaba al primer susto alentando a sus hombres a pisar con mayor fuerza el medio campo y hacerse dueños de la pelota, pero el Cádiz se guardaba otra carta. Es la otra alternativa de la que siempre habla Espárrago pero que ha tardado mucho en aparecer. En un buen contragolpe, Sesma forzaba una falta en las inmediaciones del área malaguista. El primer arma había funcionado. La segunda, que no es otra que la estrategia, también salía a las mil maravillas. Jonathan lanzaba al primer palo y Medina remataba con la mano e introducía el balón en las redes de Arnau. Pérez Lima no picó hace una semana pero su homónimo Pérez Lasa sí lo hizo confundiendo el brazo con la melenuda cabellera del Cacique.

Pitos al árbitro

Con la grada encrespada pero con el 0-1 en el luminoso, los futbolistas albiazules se ponían nerviosos y buscaban el gol por el camino más fácil, el balonazo, que no siempre es el más corto. Las protestas eran tales que hasta un futbolista recibía una tarjeta aunque estaba en el banquillo.

Ahí Edgar, Navas, y sobre todo Gerardo, con un disparo lejísimo que obligaba a lucirse a un Armando que volaba hasta la escuadra, podían haber empatado la contienda. Pero la suerte, tantas veces esquiva, ayer estaba al lado del amarillo. En una jugada de Vídeos de Primera, Alexis cedía mal el balón, Navas se resbalaba y el balón llegaba a Sesma, que un excelente servicio en profundidad dejaba a Medina frente a Arnau. El charrúa hacía el resto. Como los grandes goleadores, imprimía velocidad a su acción y la picaba por encima del meta catalán.

El Málaga ya estaba en coma y sólo hacía falta rematarlo. En ese momento, el conjunto amarillo lo tenía contra las cuerdas y Nenad primero y Benjamín después estaban a punto de dejarle ko. Pero por fortuna los malagueños aguantaban el round aunque llegaban dando tumbos al descanso.

Sería el técnico el encargado de darle la puntilla. En unos cambios irreflexivos e insensatos, quizás más pendiente de quedar bien con la grada, daba entrada a dos futbolistas ofensivos (Morales y Antonio López) y se cargaba a dos defensas. El experimento no le podía salir peor, pues ya sin centro del campo el equipo navegaba a la deriva.

Y para colmo de despropósitos, el recién salido Antonio López cometía una falta innecesaria que le costaba una amarilla. ¿Pero era la segunda! La tarjeta al banquillo había sido precisamente para él. Ahí acababa todo, y muchos aficionados locales abandonaban inmediatamente el estadio. Por su parte, el Cádiz dejaba volar su mente y se dosificaba para el crucial encuentro copero de pasado mañana. Sólo Lobos animaba un poco el cotarro, pero el objetivo ya se había conseguido. Veinte puntos en la primera vuelta, (la media para alcanzar la permanencia), tres victorias seguidas en cuatro partidos, en cuartos de Copa, a tres puntos del descenso,... ¿por qué el 2006 no llegaría antes?