Una de boquerones
Actualizado: GuardarEso es lo que el Cádiz hizo ayer con el equipo malagueño ayer en La Rosaleda. De una sentada, en 45 minutos, se zampó sin piedad y con grandes dosis de apetito al inoperante equipo de la Costa del Sol, donde veranea la jet set.
Digo, por supuesto, en 45 minutos, porque la segunda parte, el submarino amarillo se limitó simplemente a contener el estéril e inconstante ataque de los pupilos que entrena Tapias. Visto lo visto, sobró los minutos que llegaron tras el descanso, con lo cual nos alegramos todos (hinchas malacitanos incluidos).
La carta a los Reyes Magos ha sido atendida por sus majestades de forma clara ya que la cosa no puede ir mejor, todo va sobre ruedas para los de Víctor Espárrago. Y a las pruebas me remito. En este año del que ya hemos consumido algo más de una quincena, sumando Liga y Copa del Rey, acumulamos tres victorias y un empate y, por si fuera poco, hemos salido de los puestos de descenso que era donde estábamos situados al término del año 2.005 (sin premio).
Tampoco debemos pasar por alto la clasificación de los amarillos para los cuartos de final de la Copa del Rey, por tercera vez en la historia de la entidad. La cosa es para estar contentos, sin duda.
También destaco que todo esto se está consiguiendo con los jugadores que, en el primer tramo de la Liga, no contaban excesivamente para Víctor Espárrago. Ellos son ahora los elegidos para tirar de la nave amarilla ya que lo están haciendo igual o mejor que los futbolistas que antes rellenaban la alineación cadista. Además, ayer se pudo vislumbrar en La Rosaleda, las primeras flechas del arquero uruguayo Medina, aunque la primera fue tras marcar un gol que lo firmaría el jugador de balonmano Mateo Garralda. El gol fue legal porque subió al marcador, pero se hizo en extrañas circunstancias. Esos son los delanteros válidos, los que tienen picardía y saben aprovecharse de los fallos. Y punto.