El partido de España en Leipzig ha tenido el efecto esperado. De la incertidumbre se ha pasado a un optimismo de diversa graduación en la escala de las emociones y a un estado de satisfacción general por el juego de la selección, el mejor que se ha visto en el Mundial. Las cosas como son: ni Brasil, ni Alemania, ni Holanda, ni Inglaterra, ni la República Checa, pese a su 3-0 a Estados Unidos, ni siquiera una Italia que dejó una excelente impresión en su primera parte ante Ghana, han estado al nivel de España.