Entre un millón y tres millones de personas, según la Policía o los organizadores, se manifestaron ayer contra el polémico Contrato Primer Empleo (CPE), que facilita el despido de los jóvenes, en la mayor jornada de protestas registrada en Francia en los últimos diez años. Enrocado en una intransigencia que comienza a ser criticada en las propias filas conservadoras, Dominique de Villepin se niega a retirar la reforma laboral como reivindican sindicatos y estudiantes, que apelan al arbitraje presidencial de Jacques Chirac, ante la cerrazón de su primer ministro.