Bush intenta relanzar su mandato con señalados cambios en su equipo
Card abandona el influyente puesto como jefe de Gabinete de la Casa Blanca en favor de Bolten, un veterano colaborador presidencial
Actualizado: GuardarEntre un aluvión de reproches sobre la efectividad de la Administración Bush durante su deslucido segundo mandato, el presidente de Estados Unidos aceptó ayer la dimisión de su jefe de Gabinete Andrew Card. Con este relevo en un puesto decisivo dentro de la jerarquía de la Casa Blanca, equivalente al de ministro de la Presidencia, George W. Bush estaría empezando a ceder a los ruegos de sus propios correligionarios para dar un giro copernicano a su gestión de gobierno y contener la sangría política provocada por Irak.
Andrew Card, el hombre de confianza que hace cinco años comunicó al presidente Bush la tragedia del 11-S, iba camino de convertirse en el jefe de Gabinete de la Casa Blanca más longevo desde que ese influyente pero extremadamente sacrificado puesto fuera creado al final de la Segunda Guerra Mundial. Pero todos los fiascos acumulados en los últimos meses -que contrastan con la habilidad política demostrada durante los primeros cuatro años de la Administración Bush- han terminado por forzar un cambio de equipo sobre la marcha.
Ante la tormenta perfecta planteada por la desastrosa respuesta al Katrina, la fallida nominación de Harriet Miers al Supremo, el codorniz-gate del vicepresidente y el reciente escándalo sobre el control árabe de las operaciones en algunos de los principales puertos de EE UU, el relevo confirmado ayer se considera como el comienzo de una renovación de equipo para un presidente que ha tocado fondo en las encuestas de opinión. Para suceder a Card, Bush ha recurrido a su actual director presupuestario, Joshua Bolten, de 51 años.
Este veterano de la Administración Bush ha venido escalando puestos de creciente responsabilidad desde trabajar como responsable en la primera campaña de Bush.
Cuidadosos
Los comentarios de la Casa Blanca para este cambio de guardia han sido especialmente cuidadosos para no dañar la reputación de Andrew Card, cuya dedicación y lealtad aparecen fuera de toda duda tras más de cinco años con jornadas de trabajo que empezaban a las cinco y media de la mañana y terminaban no antes de las nueve de la noche.
La necesidad de cambios en la Casa Blanca venía siendo discutida abiertamente en Washington durante las últimas semanas. En su última rueda de prensa, el presidente se limitó a declararse «satisfecho» con su equipo de colaboradores insistiendo en que «hemos sido un Gobierno significativamente estable» para bien del gigante americano. De hecho, hace dos semanas, la Casa Blanca dejó saber que Card pensaba seguir en el cargo al menos hasta septiembre.