La decisión de Rusia de suspender el suministro de gas a Ucrania, medida que empezó a aplicarse el pasado domingo, se hizo sentir ayer de forma masiva en todos los países europeos clientes de Gazprom, el gran monopolio energético ruso. El abastecimiento, que se lleva a cabo a través de tres gasoductos que atraviesan Ucrania de noreste a suroeste, se vio reducido entre un 20% y un 40%, dependiendo del país. Hungría fue uno de los más perjudicados, aunque los recortes afectaron también a otros como Austria, Francia, República Checa, Eslovaquia o Italia. Moscú imputa a las autoridades ucranianas el haber provocado la crisis a base de «robar» 100 millones de metros cúbicos de gas. Kiev, sin embargo, rechaza las acusaciones e insiste en que el flujo se redujo desde Rusia deliberadamente.