Si se trataba de que los suplentes pusieran en un brete a Luis Aragonés, de que le obligaran a devanarse los sesos de cara al partido de octavos en vista de la abundancia de recursos disponibles, lo cierto es que el partido de ayer ante Arabia Saudí no sirvió entonces de mucho. Nada se vio que no se supiera de antemano y ningún suplente se reivindicó con una actuación sugestiva. No, desde luego, Raúl, voluntarioso pero intrascendente durante los 45 minutos que estuvo en el campo como delantero centro. En fin, que pocas conclusiones que no sean la de confirmar al once titular que ganó a Ucrania y Túnez pudieron extrarse de un encuentro insulso, una especie de amistoso oficial, que España ganó por la mínima sin mayores alardes y a punto estuvo de emborronar en su recta final, cuando los futbolistas españoles desatendieron sus obligaciones y, jugando ya a beneficio de inventario, concedieron a su rival un par de ocasiones para empatar.