Traje oscuro y gesto serio. La moral xerecista se vistió ayer de luto para asistir al entierro del sueño azulino. El resultado casi es lo de menos -pues la goleada final es es anecdótica, no hace justicia a lo que se vio sobre el prado de Santo Domingo-, pero esa derrota unida al resto de resultados de la jornada deja demasiado tocados a los hombres de Alcaraz, y lejos de continuar en la pelea por el ascenso. La épica, un milagro, sólo una racha increíble de victorias serviría para volver a pugnar por lo que un día se creyó tener al alcance de la mano.