Con una salva de 21 cañonazos pero sin el relumbrón de una cena de gala, con manifestantes que han logrado infiltrarse dentro de la Casa Blanca pero con un evidente esfuerzo de comprensión bilateral, con mucha anticipación pero ningún acuerdo concreto, los máximos líderes de China y Estados Unidos -dos colosos que rivalizan en la esfera mundial pero que se encuentran fusionados por enormes intereses económicos- celebraron ayer una cumbre en la que ambos expresaron el deseo compartido de aliviar sus fricciones comerciales y coordinar esfuerzos para contener los riesgos de proliferación nuclear planteados por Irán y Corea del Norte.