Del aeropuerto La Chinita, en Maracaibo (Venezuela), vieron partir a su hija en febrero de 2006 con rumbo a España. Iba a encontrarse con el hombre que se convertiría en su marido y en el sospechoso de su brutal muerte. Un año y tres meses después, la misma familia salía del aeropuerto con los restos de Betsabé incinerados y guardados en un cofre. El último viaje de la venezolana ha concluido y tan sólo queda que en las próximas horas sea enterrada en el cementerio de San Sebastián, en su localidad natal.