Una campaña de la Federación de Consumidores en Acción (Facua) en 2004 advertía de que el uso compulsivo del móvil podía derivar en importantes desórdenes propios de la adicción. Y no se equivocaba ni un ápice. Hoy en las consultas de los psicólogos crece el número de personas que presenta trastornos de conducta derivados del uso sin control del terminal y de las nuevas tecnologías. Éstos exhiben sentimientos de ansiedad cuando el teléfono no funciona o se queda sin batería y serias dificultades para alejarse de él durante poco tiempo. Además, emplean el móvil como principal vehículo para comunicarse. A estos síntomas no se escapan los niños de la provincia, y ya suena como una de las principales adicciones del siglo XXI.