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La austeridad de la cruz pectoral
Actualizado: 18:09

relevo en la sante sede

La austeridad de la cruz pectoral

04.04.13 - 18:09 -

Cuando el flamante Papa Francisco se asomó a la plaza de San Pedro por primera vez como líder de la Iglesia católica para bendecir a los fieles congregados, hizo de su atuendo un mensaje. Y es que, a diferencia de sus predecesores no lució la cruz pectoral papal (de oro), sino una más humilde de plata que le acompaña desde que fue nombrado por Juan Pablo II obispo de Auca en 1992. Una decisión simbólica pero que en una institución donde la tradición y el ritual pesan enormemente supone un cambio significativo.

«Desmitificar al Papa es desmitificar a la Curia», explica Rafael Aguirre, catedrático de Teología de la Universidad de Deusto. A su entender, con gestos como llevar una cruz pectoral «más sencilla incluso que la de los cardenales que le acompañaban en el balcón», Jorge Mario Bergoglio está marcando el camino de por dónde deber dirigirse la Iglesia durante su ministerio. Un camino que no es otro que el de la austeridad.

El pectoral papal forma parte del atuendo característico del Pontífice. Aunque cualquier obispo puede llevar uno, existen unas cruces reservadas exclusivamente para el Papa. Generalmente hay dos tipos de cruces pectorales: la sencilla y la pontifical. La primera pueden usarla obispos y cardenales en ceremonias solemnes. Por su parte, la pontifical suele estar adornada con joyas y piedras preciosas. Además, está sujeta con un cordón dorado que remarca la autoridad del Papa. Así, Benedicto XVI, Juan Pablo II o Pablo VI lucieron estos pectorales más ostentosos, algunos de varios siglos de antigüedad y, por tanto, de un valor incalculable. Además, el inventario de este tipo de insignias no para de crecer. Y es que en numerosas ocasiones los papas reciben cruces pectorales como regalos de distintas órdenes religiosas u organizaciones católicas.

El uso de este símbolo está totalmente regulado. Por ejemplo, los obispos pueden llevarla siempre y en cualquier lugar, mientras que los prelados inferiores, que han obtenido el privilegio, solo pueden hacerlo durante las funciones sagradas. La jerarquía del portador también se refleja en los colores de los cordones de los que cuelga la cruz. En el caso de los cardenales es rojo y dorado y para los arzobispos verde y dorado, mientras que el Pontífice luce un cordón totalmente dorado.

El origen de la cruz pectoral se encuentra en las ‘eucoplías’, una serie de medallas que los primeros cristianos llevaban en el pecho o colgadas del cuello. Esta especie de amuletos se componían de pequeñas cajas o láminas de metal que contenían reliquias de los mártires y santos, astillas de la cruz de Cristo... Esta tradición evolucionó y ya en la Edad Media algunos obispos son descritos con esas medallas al cuello. Sin embargo, la primera noticia de una cruz pectoral como elemento de la indumentaria del Papa aparece con Inocencio III a principios del siglo XIII, aunque su uso no era obligatorio ya que no estaba incluida en los escritos que regulaban la indumentaria papal.

El pectoral de Caravaca

Por su parte, el pectoral más famoso de España es la Vera Cruz de Caravaca. Este relicario de doble brazo horizontal perteneció al primer patriarca de Jerusalén tras el éxito de la primera cruzad. Según la tradición cristiana fue llevada por dos ángeles hasta el castillo de Caravaca tras la caída de la ciudad a manos de los musulmanes. Este acto milagroso disparó su fama hasta convertirla en uno de los objetos más venerados por los creyentes en la actualidad.

En cualquier caso, parece que los tiempos de ostentación en el vestuario papal se moderarán. La incógnita es si Francisco se mantendrá con su sencilla cruz plateada de obispo o acabará cediendo a la tradición y utilizando una cruz más lujosa en actos solemnes, así como otros ornamentos de la indumentaria de Pontífice como los zapatos rojos que hasta ahora no ha calzado.

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El Papa Francisco con su cruz de plata./ Reuters
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