En su reunión con los purpurados, Francisco ha protagonizado dos ‘momentazos’. El primero ha sido involuntario: el nuevo Papa ha tropezado y ha estado a punto de caer al suelo cuando intentaba bajar de la tarima para saludar al cardenal decano. Francisco se ha rehecho sin dificultades, pero el resto de los cardenales ha aprovechado el saludo personal posterior para, entre bromas y risas, pedirle que tenga cuidado, no vaya a darle un susto a los fieles.