![La descristianización de España](/RC/201303/12/Media/rouco-varela--647x231.jpg)
Al margen de quien sea el Papa que suceda a Ratzinger, el 266º pontífice mantendrá una política hacia España que se caracterizará por la continuidad con respecto a Benedicto XVI. Wojtyla y Ratzinger han ido ahormando un colegio cardenalicio de signo conservador, en el que las diferencias se dirimen no por el sesgo doctrinal ni político, sino por la intensidad con que se quieren acometer las reformas internas. Por eso, el nuevo Papa coincidirá con su antecesor en la necesidad de que España vuelva a sus raíces cristianas, relegadas al olvido por la secularización y el relativismo moral.
Los problemas del catolicismo español se resumen en un incremento del ateísmo, la indiferencia religiosa y el agnosticismo, fenómenos que se exacerban en la juventud. Al mismo tiempo la sangría de vocaciones sacerdotales se logra atajar a duras penas. En el último año solo han crecido un 2,6% el número de aspirantes a ser curas. Todo ello dibuja un panorama complicado para la Iglesia católica, que, como en otros países europeos, ve con preocupación el florecimiento de una religiosidad 'light', en la que lo sagrado pierde terreno frente a prácticas espirituales que exigen poco compromiso. Al mismo tiempo, la fe es suplantada por lo que algunos sociólogos denominan religiones civiles: el ecologismo, el nacionalismo o el culto al cuerpo. El italiano Scola o el brasileño Scherer carecen de formulas mágicas para combatir el "eclipse de Dios", como lo llamó Benedicto XVI. La solución, sea quien sea el elegido, es siempre la misma y se llama nueva evangelización. Para recristianizar el mundo Ratzinger creó una dicasterio que nadie contesta, entre otras cosas porque la Iglesia se juega su futuro si persiste esa 'paganización' de la vida.
El nuevo Papa será igual de beligerante que los anteriores contra el matrimonio homosexual, el aborto o el divorcio, los viejos demonios de que abominan el Vaticano y la Conferencia Episcopal.
Con la muerte de Carlo Maria Martini, arzobispo emérito de Milán, ha desaparecido la única voz progresista que podía imponer su acento en el colegio cardenalicio. Los sectores más abiertos de la Iglesia, en España y en resto del mundo, carecen de un candidato que le sustituya.