En 1999, la Unesco concedió a Ibiza la consideración de Patrimonio de la Humanidad. En parte fue por la gran biodiversidad de su costa y sus fondos marinos, pero también por su patrimonio histórico-artístico. Y la pieza clave de ese patrimonio es la Dalt Vila, la ciudad vieja amurallada de la capital. Ya en el siglo VII a. C. hubo un asentamiento fenicio rodeado de murallas en esa misma colina. De la muralla fenicia no quedan restos, pero sí se conservan algunos de la árabe y de la medieval. Sin embargo, la muralla que hoy en día puede contemplarse intacta es la construida en el siglo XVI por orden del rey Felipe II, siguiendo el estilo de las fortificaciones italianas. Dentro del recinto de Dalt Vila (en el que se realizan visitas teatralizadas) nos encontramos el castillo, la catedral (reformada íntegramente en el siglo XVIII) y el ayuntamiento, situado en una antigua iglesia y convento.
Antes mencionábamos los asentamientos fenicios. Aparte de en la capital, quedan restos de la presencia púnica por toda Ibiza, como la necrópolis de Puig des Molins, el santuario de Es Cullarem y el enclave comercial de Sa Caleta. Todos ellos están integrados dentro de la denominación de Patrimonio de la Humanidad de la isla.