La indignación de Cifuentes con Ballarín
La candidata a la Comunidad se siente traicionada por su «amigo» y número 7
El cabreo en la planta tercera de Génova es de órdago. Nadie se explica cómo ha podido Álvaro Ballarín , número 7 del PP en la Asamblea, ocultar a su jefa de filas, Cristina Cifuentes, que sobre él pesaba una imputación por delitos de prevaricación, falsedad documental y desobediencia. Incluso evitó que trascendiera al partido su citación a declarar con abogado ante el juez, el pasado día 20 a las 8.30 h. de la mañana, a cuatro días de las elecciones. El interrogatorio se aplazó de víspera. La causa contra Ballarín –archivada provisionalmente– estuvo a punto de estallarle al PP en plena campaña, muy centrada en la necesidad de recuperar la confianza de los ciudadanos por los casos de corrupción que invaden la política española. De momento, el caso Ballarín ha dejado en el aire la negociación con Ciudadanos para el Gobierno regional.
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El partido de Ignacio Aguado esperará al criterio de la Fiscalía, que tiene tres días para decidir si recurre el archivo provisional del caso tras la retirada de la querella contra Ballarín a última hora. El martes quedó desimputado por ese paso atrás del denunciante, pese a que tanto la juez instructora como la fiscal rechazaron una semana antes sobreseerlo. Fuentes fiscales aseguraron ayer a ABC que el Ministerio Público aún no ha recibido la notificación del archivo, que llegará la próxima semana, pero insistieron en que si se siguen apreciando indicios de delitos actuarán de oficio.
«Actitud hipócrita»
Cifuentes manifestó ayer en público su malestar por la actitud de Ballarín. «Evidentemente, me hubiera gustado saberlo antes, como es lógico y natural», señaló. Según dijo, se enteró de todo el jueves, al leer la información publicada por ABC. La líder del PP le mantendrá en el cargo, aunque la confianza ha quedado, obviamente, quebrada. «Es increíble. Algo así no se puede esconder . No estamos hablando de pecata minuta. Cristina está indignada», afirman fuentes próximas a la exdelegada del Gobierno, que destacan la «actitud hipócrita» de quien, estando imputado, participó, y al parecer muy activamente, en la confección del código ético del grupo del PP.
El documento, firmado por todos los miembros de la candidatura, incluía el compromiso de renunciar al acta de diputado de quien fuera imputado por delitos de corrupción. Pero, pese a su condición de investigado por presunta prevaricación, Ballarín lo firmó sin decir nada a nadie. «Posiblemente creyó que la causa abierta contra él era un mero acto administrativo y que sería archivado, pero eso no justifica su actitud desleal», opina un miembro del equipo de Cifuentes.
Aunque se ha especulado con que Ballarín formaba parte de la «cuota» de Esperanza Aguirre en la lista autonómica del PP, lo cierto es que fue una apuesta personal de la exdelegada del Gobierno. Le rescató pese a que su nombre está fuertemente vinculado al «pequeño Nicolás», de quien se dice fue uno de sus valedores en el Ayuntamiento. Precisamente, en los mismos días de abril en los que Cifuentes andaba haciendo las maletas en la Delegación para centrarse en su candidatura, en la que puso a su «amigo» entre los diez primeros puestos, a Ballarín le llegó la citación de la juez.
A él le confió la coordinación de su programa electoral. «Enhorabuena, te lo sabes mejor que yo», le dijo el todavía concejal de Moncloa a su «jefa» al término de la rueda de prensa ofrecida en Génova. La candidata autonómica acababa de desgranar, con solvencia, el grueso de las 300 propuestas del proyecto electoral del PP . «Gracias, pero a ver si me haces unas fichitas por áreas temáticas; me serán de ayuda estos días», le pidió Cifuentes pensando en las decenas de actos y mítines que le esperaban en quince días de campaña.
