El bronce conquistado por España en el Eurobasket, cuando la selección estaba capacitada para ganar el oro en un campeonato de escaso nivel, ha dejado un sabor agridulce. Amargo para los aficionados, pero esperanzador para los jugadores y Juan Antonio Orenga, cuestionado por la opinión pública, aunque no por el presidente de la federación, José Luis Sáez, que mantendrá en su cargo al técnico al menos hasta después del Mundial del próximo año. Será el último gran campeonato para la ‘generación de oro’ del baloncesto español, mientras se aproxima el fin de ciclo glorioso, empañado ahora por una medalla decepcionante que adquirirá mayor valor con el paso del tiempo pero que ya ha dejado marcado al seleccionador. Su continuidad, salvo giro inesperado, está sin embargo garantizada hasta la cita en la que España ejercerá de anfitriona.
«En principio voy a seguir porque es lo que ha dicho el presidente. Me he sentido arropado por todos durante todo el campeonato. La confianza que tienen en mí la he sentido durante los seis meses antes de llegar y durante todos los días del Europeo», aseguró este lunes Orenga tras cerrar el torneo de Eslovenia con un nuevo podio que mantiene a España en la élite, aunque esta selección haya dado un paso atrás, víctima de sus propias carencias. De su falta de liderazgo en la pista, sin Pau Gasol ni Juan Carlos Navarro, y también en la dirección, con el técnico sin soluciones desde el banquillo en los cuatro finales apretados y perdidos, incluidas dos prórrogas, la última de ellas letal ante Francia. España fue sepultada entonces por su miedo. Mientras los jugadores, acogotados por la presión, ni siquiera se atrevieron a tirar a canasta, el técnico no tuvo capacidad de reacción para encontrar respuestas al final del tiempo reglamentario ni en los cinco minutos de añadido, en los que mantuvo a los mismos en pista.
«Las decisiones que tomamos frente a Francia, excepto en el último minuto del último cuarto, fueron buenas», llegó a declarar el domingo Orenga, para quien «la peor noche» no fue sin embargo la de la despedida de la lucha por el título, sino la de la derrota ante Italia -la primera prórroga- en el último partido de la segunda fase. España se relajó entonces de mala manera para ensuciar su imagen y elegir el camino más complicado, con Serbia en un cruce vital de cuartos y un rival de cuidado (la vigente subcampeona ansiosa de venganza, o la anfitriona) en las semifinales. Por la otra parte del cuadro viajaba Lituania, muy inferior a la bicampeona de Europa que ya suma siete medallas en ocho años.
Sin iniciativa
En los otros tres finales ajustados, ante Eslovenia, Grecia y Francia, los partidos se encaminaron a una dura batalla física y España, cansada, fue incapaz de contrarrestar a los rivales. «Tenemos que aprender como bloque e individualmente. El bronce no ha sido el metal que todos deseábamos, pero estoy seguro de que aprenderemos y nos hará mejor equipo», aventura Marc Gasol, quien, ante la ausencia de su hermano por dentro y del resolutivo Navarro por fuera, y la ascendencia de ambos en el vestuario, ha debido adoptar el papel de líder. Sin embargo, el mejor pívot de Europa aún no está preparado para ese desafío. Tampoco otros dos campeones del mundo como Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, porque este grupo de futuro ha acusado su falta de jerarquía en el parqué y en la banda.
El debutante Orenga ha tenido que afrontar este campeonato con las importantes bajas, no solo de los dos mejores jugadores españoles de todos los tiempos, sino también de Reyes e Ibaka, y nadie ha asumido la responsabilidad exigida en los momentos críticos, como ocurrió en las semifinales. Y los principales culpables son los jugadores, a quien les quemó el balón ante los franceses, aunque Orenga también debe aceptar lo suyo, por sus decisiones o por la ausencia de estas, a lo largo de un torneo irregular salpicado de dudas y malas sensaciones. «Hemos pecado de inexperiencia a la hora de resolver los partidos igualados. Ahí nos ha faltado algo de iniciativa y de saber jugarlos mejor», reconoce Sergio Llull, quien sí dio un paso al frente en la pelea por el bronce, en un choque en el que también se confirmó la progresión de Víctor Claver, aunque cuando regrese Pau el valenciano tendrá otro rol en la selección.
«Claver, Llull, San Emeterio y Ricky garantizan la continuidad. Tenemos cuerda para rato», aventura un seleccionador que ha sido puesto en el disparadero pero de momento cuenta con la confianza de presidente y jugadores para mantenerse al frente del proyecto y al que le hace «mucha ilusión» la Copa del Mundo de España 2014. «Ahí habrá un grupo que quiere ganar el Mundial, y algunos llegarán descansados», recuerda el técnico, mientras el país se conforma con un bronce que sabe a poco y suspira por el regreso de Pau y Navarro.