Atención Primaria y el Covid-19
«Hemos hecho una labor de barricada para que muchos pacientes no ingresaran»
Médicos y enfermeros realizan cinco PCR de media al día en cada centro de salud para detectar nuevos positivos y les hacen seguimiento en sus domicilios
Madrid pasa a la fase 1 de la desescalada

Alas dos de la tarde, Cristina Santos cuelga su uniforme médico y se enfunda el traje EPI. Es médico de Atención Primaria en el centro de salud García Noblejas y ayer realizó una de sus frecuentes visitas a domicilio para hacer seguimiento de una ... paciente, en este caso, afectada por el coronavirus . Protegida, subió las escaleras del piso de Nicolina, en el barrio de Simancas. La mujer tiene 65 años y dio positivo hace ocho días, después de que su marido se infectase –creen– en el trabajo. «Yo no sabía que él tenía el virus, hasta que lo llevaron al hospital», explica la enferma, de origen rumano. Tras el ingreso de Philipe, Nicolina comenzó a tener fiebre, tos, disnea y dolor torácico , así que, obligada por su familia, pidió cita con Cristina. «Tenía mucha fatiga, no quería comer nada y me temblaba todo el cuerpo... Hasta me tenía que tapar con la manta eléctrica», cuenta.
La prueba fue contundente. Desde que obtuvo los resultados, Cristina la visita para hacerle el seguimiento domiciliario –y también telefónico–, que se prolongará durante catorce días una vez que deje de notar los síntomas. «Se encuentra ya mucho mejor, pero seguimos teniendo cuidado porque tiene patologías de riesgo », explica la doctora.
«Hemos hecho una labor de barricada desde que llegó el coronavirus para que muchos pacientes no ingresaran y se pudieran recuperar en sus casas», indica Tina Cano, directora del centro de salud : «Hemos trabajado desde el primer momento. Desde el minuto cero hemos estado ahí dándolo todo». Tina, de hecho, todavía no conoce a su nieto, que nació el 1 de abril, coincidiendo con el pico de la pandemia en Madrid. En su equipo, tan solo ha habido cinco bajas, una de ellas Cristina, que lo pilló a principios de marzo en una visita a un aquejado.

Actualmente, cada centro de salud de la Comunidad de Madrid realiza de media cinco PCR diarias (1.300 en total, según los datos de la Consejería de Sanidad) para detectar los nuevos positivos y su red de contactos, con el fin de controlar la transmisión del Covid-19 . La forma de trabajar es clara, pero no sencilla: el paciente llama a su médico, que valora los síntomas y le da cita para hacer la prueba que envían al laboratorio donde se obtienen los resultados tres días después. «Las PCR se hacen para diagnosticar nuevos casos, no para ver si se han curado», puntualiza la médico.
Este es el caso de Julia, vecina de San Blas que ayer acudió al mismo centro. En una sala habilitada como zona para personas infectadas –antes allí había una consulta de Pediatría–, el enfermero Fernando Barcala fue el encargado de hacer el test. «Es un poco molesto, pero va a ser solo un segundo. ¿Estás preparada?», pregunta él. Cuando introduce el hisopo por la nariz, Julia, trabajadora de limpieza en Metro , hace muecas de incomodidad. «El 16 de marzo llamé al teléfono habilitado y me ordenaron quedarme en casa porque tenía los síntomas , sobre todo fiebre y gastroenteritis. He estado 45 días de baja y el médico me llamaba todos los días para ver cómo me encontraba», dice la empleada del suburbano. Tras mejorar, a finales de la semana pasada volvió a encontrarse mal. Asustada, decidió llamar para hacerse la prueba. «Ahora a esperar, no queda otra», asume con resignación.
El centro de salud no ha cerrado sus puertas desde que el coronavirus azota a la región. «Las tres primeras semanas fueron caóticas, porque vino de golpe y no nos pilló preparados del todo, porque no lo esperábamos. Ahora ya se nota que los datos están cayendo», reflexiona, echando la vista atrás, la directora de esta suerte de cuartel de la salud. Indica que la Atención Primaria «tuvo que luchar mucho» para salir adelante y no dejar a ningún paciente atrás. «Los hospitales tuvieron muchos problemas , y nosotros éramos como invisibles», continúa ella, que habla también de los riesgos que corrieron al visitar domicilios que no sabían cómo se los iban a encontrar, sobre todo, a efectos de limpieza.
Tan solo hasta mediados de abril, el centro de salud que capitanea realizó 3.000 seguimientos por coronavirus, entre los telefónicos y los presenciales, atendieron en la «sala Covid» a 364 vecinos y recibieron 7.523 llamadas. Detrás de la línea telefónica estaba muchas veces Isabel Susaeta, enfermera, que ahora «ha conseguido» volver a la normalidad de sus quehaceres y pincha a Juan Antonio para realizarle la prueba del Sintrom. «Activamos un mecanismo para gente que venía con problemas respiratorios (posibles coronavirus) y no respiratorios, para que así no se juntasen. Fue como dividir el espacio», dice la mujer, sin separar la vista del aparato con el que le realiza el test a Juan Antonio, de 69 años.
En este sentido, a todos los pacientes habituales mayores de 80 años o jóvenes con alguna patología la atención se les realizó en sus viviendas para no exponerles. «Juan puede venir aquí. Él es de los pacientes que hace caso a todo lo que le digo, y anda mucho también, algo bueno para su salud», comenta entre risas Isabel, que lo atiende desde hace ya año y medio. «Esto va a continuar y será el ‘modus operandi’ a largo plazo, hasta que todo esté controlado », añade Tina.

A mediodía, ella y Fernando tuvieron una visita programada a casa de José Luis, de 60 años, en la calle de Villasilos. En este caso, el uso de EPI no fue necesario porque el paciente no era un positivo, sino una persona de riesgo . «Esto es como una cárcel, estoy deseando que me dejen salir», dice el hombre, con una sonrisa, bajo la atenta mirada de su mujer, que niega con la cabeza y lo corrige: «Ya andas por la terraza».
José Luis sufrió un ictus hace años y su salud se complicó después por problemas pulmonares, cardíacos, y otras patologías. Ahora tampoco puede ir al centro de día , lo que más anhela. «Echo de menos hablar con mis compañeros, pero en casa estoy muy bien atendido por los médicos cada vez que vienen. Solo quiero que me quiten las pastillas », les pide, en tono de súplica pero sabiendo que, por su bien, no van a poder cumplir sus deseos.
La Atención Primaria es ahora la pata cuestionada de la Sanidad, después de que el Gobierno mantuviese la región en fase 0 argumentando que necesitaba consolidar la «detección precoz» del virus. Los últimos datos de la consejería, del 23 de marzo al 18 de mayo, muestran que los centros de salud han hecho seguimiento por coronavirus a 295.843 personas; de estas, 184.594 han recibido atención domiciliaria y se han realizado «más de seis millones de actividades», entre consultas (3.369.009) y atención telefónica acumulada (3.093.672), no solo por temas del patógeno.
A pesar de las cifras, las críticas por la falta de «750 trabajadores», la no llegada de los ya contratados , que esperan que se produzca «en los próximos días», y el cierre de algunas Urgencias no se han hecho esperar. Desde el Colegio de Médicos también rechazaron el salto a la fase 1 al considerar que no se dan las condiciones en el sistema sanitario. Mañana será el Gobierno el que, con los nuevos datos, decida.
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