Avión Madrid-Barajas
Cinco horas de angustia con aterrizaje forzoso en Barajas: «Hubo una explosión debajo de mi asiento»
Un avión con 128 pasajeros a bordo sobrevoló averiado por la rotura de un neumático y problemas en el motor izquierdo durante una jornada caótica
El reloj aún no marcaba las dos de la tarde cuando 128 pasajeros esperaban frente a una de las puertas de embarque de la Terminal 1 del aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas. « Toronto », se podía leer en la pantalla informativa.Tras el caos vivido a media mañana por la presencia de un dron en el espacio aéreo, todos pensaban que la jornada, al fin, transcurriría con normalidad. Pero nada más lejos de la realidad. El vuelo 837 de Air Canada tendría que haber salido, según consta en los registros, cinco minutos antes de la una del mediodía, pero se vio retrasado por culpa del incidente con la nave pilotada por control remoto y terminó sobrevolando Madrid y Cuenca durante casi cinco horas , antes de realizar un aterrizaje de emergencia por la rotura de una rueda y problemas en el motor izquierdo.
Las 14.33 era su nueva hora de despegue, coincidiendo casi con el restablecimiento del tráfico , y así lo hizo, hasta que treinta minutos después el piloto pidió a la torre de control del aeropuerto volver a pista. Algo iba mal en la nave, que no cogía altura y que causó la alarma entre los vecinos, sorprendidos tras observar su vuelo cerca de los tejados de la capital. El Boeing 767-300 , según las primeras hipótesis, sufrió una incidencia en el tren de aterrizaje. Desde ese momento, la aeronave voló solo con el motor derecho, ya que el izquierdo quedó afectado por los restos de la rotura de uno de sus neumáticos –tiene diez en total: ocho en la parte trasera, entre ellos el afectado, y dos en la delantera–.
La incertidumbre se adueñó de los pasajeros . Ninguno sabía qué pasaba. «Justo al despegar hubo una gran explosión debajo de mi asiento. Luego vi humo y llamas en el motor izquierdo», relató Aaron, uno de los viajeros, que iba sentado justo encima del ala izquierda del avión y que narró el episodio por redes sociales. Sin que casi hubiese tiempo para que surgiesen los nervios, el comandante activó la megafonía. «En estos momentos estamos dirigiéndonos hacia el aeropuerto de Barajas y vamos a volver a Madrid para aterrizar porque, como saben, tuvimos un pequeño problema con las ruedas del avión en el despegue», explicó el piloto, indicando que antes de descender debían perder combustible.
Gran dispositivo
De inmediato, quince dotaciones de Bomberos del Ayuntamiento y la Comunidad, diez unidades del Summa 112, nueve del Samur y más de un centenar de efectivos de la Guardia Civil, Policías Nacional y Municipal y miembros de la seguridad aeroportuaria se coordinaron en un gran dispositivo que estableció su base en una zona denominada PR Central, a un costado de la Terminal 3 . Allí, los equipos de emergencia aguardaron durante horas el aterrizaje del avión, que tuvo lugar a las 19.07 horas en la pista 32L. Mientras el piloto de la nave sobrevolaba el sur de la capital hasta llegar a la localidad de Tarancón (Castilla-La Mancha) para quemar combustible , en tierra las especulaciones no tardaron en llegar. Primero, con la pista de Barajas en la que la aeronave podía tocar suelo. Tal era la confusión que llegó a barajarse la base de Torrejón de Ardoz como posible destino de emergencia.
Pese al aparente caos, el vicedecano del colegio de pilotos, desplazado ayer hasta la T4, explicó a ABC que esta espiral de alternativas «entra dentro de los protocolos del aeropuerto ». La coordinación, en ese sentido, resultó vital para que nada se saliera del guión establecido. «En una situación así, el comandante es el que determina el cuándo y el dónde porque es el que maneja toda la información», añadió, haciendo hincapié en que los profesionales apostados en la torre de control también son parte fundamental en la toma de decisiones: «Es una negociación en la que se busca la mejor solución dentro de las complejas circunstancias que envuelven a cada caso».
Más allá del revuelo mediático , el vicedecano incidió también en la frecuencia de sucesos similares que ocurren en el aire: «Incidentes suceden relativamente a menudo, aunque este es especial por lo acontecido con el dron horas antes». El Boeing de Air Canada, que despegó con un peso superior al máximo para efectuar el aterrizaje –la diferencia la marca la carga de combustible necesaria para realizar el trayecto–, estuvo surcando el espacio aéreo con el objetivo de aligerar lastre hasta que el comandante consideró el momento óptimo para bajar con seguridad. Ello indicaría que la avería no fuese catalogada de máxima gravedad , ya que, en tal supuesto, «el responsable habría pedido aterrizar de manera inminente».
Todos los medios técnicos fueron puestos a disposición de la nave afectada, para garantizar la seguridad de los pasajeros. En el aeropuerto se reunió un comité de crisis, liderado por el ministro de Transportes, José Luis Ábalos , que se mantuvo al tanto del operativo desde el lugar. Incluso un caza del Ejército del Aire, que despegó a las 17.40 horas de la base de Torrejón para dar apoyo al Boeing y comprobar su estado exterior mediante una inspección visual. Cinco minutos después, el F-18 «Hornet» interceptó al avión canadiense, hizo fotografías de la avería y se comunicó con el piloto, quien le aseguró que todo estaba bien dentro de la nave.
El avión tocó tierra, sin incidencias, a las 19.07, ocho minutos antes de lo previsto, poniendo fin a casi cinco horas de angustia y pesadilla. Fuera, todos los hospitales madrileños estaban preparados para recibir, en caso de que fuese necesario, a los pasajeros. Afortunadamente, ninguno tuvo que ser atendido por los servicios sanitarios madrileños. Los gritos de júbilo se sucedieron dentro de la nave, al tiempo que los familiares y amigos de los afectados esperaban en la sala Alberche de la T2 . «Un aterrizaje brusco bastante aterrador, pero lo logramos», continuó Aaron, a través de las redes.
Pasadas las 19.30 horas, los presentes fueron trasladados por un autobús del aeropuerto, custodiado por la Policía Nacional , hasta la sala Lozoya de la T1, donde se reunieron con sus seres queridos en medio de una gran expectación . Los agentes volvieron a realizar un cordón, a fin de evitar que nadie ajeno al vuelo pudiera acceder al interior. «Creo que hemos pasado más miedo los que hemos estado aquí abajo», explicó a los medios Julia Muñoz, la compañera de trabajo de uno de los pasajeros.
«La compañía, el piloto y todo el personal de vuelo lo han llevado muy bien, se han ocupado perfectamente de todos los pasajeros», subrayó una ellas después de salir por la zona habilitada para los afectados. La mujer revelaba entonces que el piloto había estado en contacto con la tripulación en todo momento: «Han dado toda la información que han podido, tanto él como las azafatas». El positivismo de la compañía fue presagio del buen desenlace de la caótica jornada. «El avión está diseñado para operar con un motor y nuestros pilotos están completamente entrenados para esta eventualidad», aseveró Air Canada. Así fue.
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