Juicio de Muimenta

La madre «estaba psicótica» la noche que murió Desirée, según su psiquiatra

«Yo creo que estaba psicótica y tengo claro que quería a su hija. Y creo que si le hizo algo fue porque no estaba bien», manifestó durante un largo interrogatorio la especialista

La acusada, a su llegada a la Audiencia provincial de Lugo EFE

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Una decena de peritos declararon este jueves en la Audiencia provincial de Lugo en el marco del crimen de la niña Desirée , pero uno de estos testimonios resultó especialmente revelador . Se trata del ofrecido por la psiquiatra que atendió a la acusada, Ana Sandamil, en los meses que siguieron al crimen. Atendiendo a la explicaciones que la profesional ofreció a preguntas de las partes personadas en el caso por la muerte de la menor, la madre «estaba psicótica» la noche en la que se produjeron los hechos . Matizando que Sandamil nunca llegó a narrarle nada de lo sucedido aquella madrugada, la experta afirmó que puede deberse a que haya «bloqueado» ese recuerdo y valoró que «llevaba con un cuadro psicótico meses y que pudo pensar que no era ella », en alusión a Desirée.

Profundizando en una cuestión clave en el proceso, la psiquiatra describió un «trastorno psicótico severo los meses antes y esa noche», que influiría en la conducta de la acusada. «Yo creo que estaba psicótica y tengo claro que quería a su hija. Y creo que si le hizo algo fue porque no estaba bien» , manifestó durante un largo interrogatorio, en el que también reveló que el padre de Sandamil llegó a decirle, estando ya hospitalizada, que «en la casa había dos personas» en el momento de la muerte y que a la niña podía haberla matado la abuela. Por el cuadro mental que presentaba y por las interferencias del exterior, la presunta filicida tardó semanas en ser consciente del fallecimiento de su hija , y aún más tiempo en darse cuenta de que ella era la única sospechosa del crimen. «Durante mucho tiempo pensó que no se la acusaba a ella. Hablamos de eso cuando salieron los resultados en prensa de la autopsia», aclaró la especialista.

Este testimonio va en contra de los planteamientos de las dos acusaciones y de la propia fiscal del caso , que solicitan la prisión permanente revisable argumentando que la capacidad volitiva de la madre no estaba alterada y, por tanto, era consciente de que estaba matando a su hija e incluso lo habría planificado . Para llegar a su reveladora conclusión, la psiquiatra de cabecera de la acusada anotó que la mujer llevaba meses confundiendo a las personas, llegando a pensar que su madre no era en realidad su madre y poniéndole «pruebas» para saber si era ella o no . «Por ejemplo, me contó que dejaba sin recoger la cocina para saber si la mujer que estaba en casa era en realidad su madre, porque si lo era se enfadaría». Aunque en menor grado, Sandamil también creyó percibir en las semanas previas al crimen cambios en su padre, en su pareja y en su hija. « Dice que notaba a la niña más madura, distinta , y dudaba de si alguien la ayudaba en unos juegos de acertar pistas que hacía», incluso la tarde antes de su muerte. Y dicho esto, asumió: «Nunca he tenido la sensación de que Ana me mintiera».

Sobre el estado mental de la acusada en las horas siguientes al crimen de la pequeña, una de las psiquiatras que la atendió en el Hospital de Lugo por la sobreingesta de medicamentos relató que estaba «vigil» y «orientada», aunque presentaba signos que denominó como psicóticos. Entre ellos, destacó, una «sonrisa inadecuada». «Sonreía en una momento en que la situación era de gravedad, no era concordante», advirtió . Por la sala de vistas desfilaron otros testigos relevantes, como una psicóloga que atendió a la procesada entre 2012 y 2013 por una sintomatología ansiosa. « Era ansiedad relativa al nacimiento de la niña , el no estar cerca de su hija era lo que le producía esa ansiedad », especificó ante el tribunal.

La segunda parte de los testimonios oídos este jueves en sala pivotaron sobre la llegada de los primeros sanitarios a la habitación en la que Desirée falleció y sobre lo que allí se encontraron. El primer médico en llegar reconoció que, por lo inusual de la llamada que recibieron de camino a la casa, esperaban «que se tratase de una falsa alarma» , pero una vez en el domicilio ya no pudieron hacer nada por la pequeña , que presentaba lesiones en los labios y marcas de arrastre de sangre, como si la hubiesen intentando limpiar, en los brazos. Los agentes que realizaron la inspección ocular, en la misma línea, observaron «petequias» en la cara de la niña, que «no son un síntoma de envenenamiento» , sino «más bien de un ahogamiento o un estrangulamiento», sostuvieron. Remarcaron, de igual modo, que obtuvieron muestras de unas salpicaduras aparecidas cerca de la cama, en sentido ascendente, que serían compatibles «con alguien que intente hacer beber algo a la niña, y la niña dé un manotazo y tire el agua». Una hipótesis que explicaría el porqué del ahogamiento.

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