Juicio por la muerte de Desirée
«Tuve que sacar el pijama manchado de sangre casi a presión de debajo de la cama»
Los agentes que se trasladaron al domicilio de la presunta filicida coinciden en que su actitud y su comportamiento no eran «normales» en una situación como esa. «Estaba tranquila, sentada en el sofá con una manta, pero se negó a colaborar»
![La acusada, durante la tercera sesión de juicio en la Audiencia de Lugo](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2022/02/09/madre-kRHC--1248x698@abc.jpg)
La mañana arrancó ayer en la Audiencia provincial de Lugo, de nuevo, con un tenso paseíllo durante el que Ana Sandamil , acusada de matar a su hija de 7 años, fue insultada e increpada por un grupo de personas que esperaban su llegada. Ya en el interior del juzgado, la presunta filicida optó por cubrirse la cara con una voluminosa capucha para evitar ser grabada por las cámaras. Sin perder la calma ni romperse, Sandamil escuchó durante cerca de cinco horas la declaración de los agentes de la Guardia Civil que investigaron el crimen de la niña y que, sin género de dudas, la describieron como una persona «lúcida y consciente» el día de los hechos . La madre de la fallecida tampoco se quebró cuando en la sala se visionaron las fotos del cadáver de la pequeña, que sí obligaron al padre a abandonar la habitación por el impacto que estas imágenes le causaron.
Según los efectivos del Instituto Armado que ayer prestaron declaración, la actitud de la madre de Desirée hizo sospechar de ella desde el primer momento. Los primeros agentes en personarse en el domicilio, minutos después del hallazgo del cadáver, la recuerdan « sentada en el salón, bastante tranquila, medio adormilada ... nos llamó la atención dada la situación». Varios de ellos explicaron cómo a medida que pasaba el tiempo la acusada se iba tapando más y más con una manta, hasta cubrirse casi por completo el rostro. «No tenía una reacción acorde a las circunstancias», valoraron. También les llamó poderosamente la atención que la abuela de la pequeña no quisiese cruzarse con su hija, hasta el punto de evitar compartir estancia con ella en todo momento. «La intenté llevar al salón donde estaba la madre y me dijo que allí no quería estar» , comentó uno de los agentes.
Sus palabras conectan con las de otro de los guardias que presenció el comportamiento de Sandamil en las horas posteriores al crimen, y que ratificó que «la abuela se fue a su habitación, ellas no se cruzaron palabra en ningún momento, parecía que no querían estar juntas», aseguró. Interpelados en distintas ocasiones sobre el estado mental de la acusada, los testigos indicaron que en ningún momento perdió los nervios, pese a la dimensión de lo ocurrido . Todo lo contrario, los guardias asumen que, cuando las preguntas se centraron en lo que había ocurrido, el cambio de actitud fue radical. «Noté una actitud defensiva, nos dijo que se encontraba mal y que no iba a responder. Yo le pregunté por el móvil y la tablet y ella se quedó pensativa y miró a su padre, que dijo que habría que consultarlo y nos dijo que no nos lo llevásemos. Eso me sorprendió, la no colaboración manifiesta ».
En la misma línea se relacionó Sandamil con los dos guardias que se trasladaron al HULA ese mismo día y que, con permiso médico y al comprobar que estaba «lúcida», le tomaron declaración. «Vimos que estaba tranquila y respondía de manera clara y sin titubeos» explicó una agente, a la que, tras colaborar durante unos 40 ó 50 minutos respondiendo a sus preguntas, le pidió su placa. «Se la mostré pero nos dijo que no iba a firmar la declaración porque los papeles no tenían membrete» . A estos investigadores les contó una versión próxima a la que defendió el pasado lunes en su declaración: que había ido a la cocina y a fumar y que de regreso a la habitación se había encontrado a Desirée en el suelo del dormitorio. Sin embargo, uno de los guardias que habló con ella, estando aún en la vivienda de Muimenta, recuerda una explicación distinta. «Me contó que la niña se levantó, fue a la cocina y no volvió, y que cuando ella se levantó para ir a la galería la encontró tirada en el pasillo, la cogió y la metió en la cama». Su compañero también reveló un dato desconocido, que el pijama de la madre fue localizado debajo de la cama de la pequeña, bastante escondido, al centro . «Localicé un bulto en medio de la cama por abajo y tuve que sacarlo con presión, casi a mitad de la cama. Me extrañaría que lo dejasen accidentalmente allí porque estaba en medio de la cama», sostuvo sobre un presunto intento de ocultar la ropa manchada de sangre.
Todos los efectivos describieron, además, una escena con restos de sangre que evidenciaba que la muerte había sido violenta. «La niña tenía heridas en los labios y sangre en las manos, algo que no se correspondía con una muerte por consumo de pastillas», afirmó un sargento de la Policía Judicial. La vista se retomará hoy con la intervención de una docena de peritos .
Noticias relacionadas