Juicio de Muimenta
La madre de Desirée mató a la niña para que no pasase más tiempo con su padre, según el jurado popular
El veredicto del tribunal ciudadano abre la puerta a una condena por prisión permanente revisable al afirmar que la acusada era consciente de lo que estaba haciendo en todo momento, por 8 votos frente a 1
No hubo sorpresa en la decisión de los nueve integrantes del jurado popular encargados de valorar la participación de Ana Sandamil en el asesinato de su hija. Por unanimidad consideraron a la acusada culpable de la muerte de la pequeña de siete años , que fue estrangulada después de que su asesina tratase de intoxicarla con somníferos diluidos en agua. Tampoco hubo giro inesperado en la confirmación de que la menor trató de defenderse para zafarse de una muerte segura , y en que la madre no se quería suicidar cuando se tomó un blíster de pastillas una vez se encontró el cadáver, sino victimizarse. Por ocho votos frente a uno, el tribunal concluyó, después de presenciar los interrogatorios de distintos expertos en psiquiatría y psicología, que «la razón más importante» para la ejecución del crimen de Desirée fue el cambio de custodia que el padre pretendía forzar para ver a su hija más tiempo. Esa venganza activó el plan de la madre, que poco antes de cometer el crimen «indagó por Internet otros medios con los que podía acabar con la vida de su hija, como la estricnina» .
La misma votación, ocho frente a uno, consideró por mayoría que el trastorno psiquiátrico que la mujer tiene diagnosticado no afectó de forma importante a su capacidad «para comprender los hechos o a su posibilidad de autocontrol» , rechazando de plano la posibilidad de que ese trastorno anulase por completo o afectase gravemente las capacidades mentales de la enjuiciada. Con esta afirmación, el tribunal ciudadano allanó el camino para que la magistrada encargada de redactar la sentencia atienda la petición de las acusaciones y de la propia Fiscalía, que solicitan la pena de prisión permanente revisable por un delito de asesinato con la agravante de parentesco. Asimismo, Fiscalía y acusación popular solicitan una indemnización de 300.000 euros para el padre de la pequeña, mientras que la particular pide 120.000. Además, el jurado se mostró «no favorable» a la concesión de indulto alguno y tampoco a la no ejecución de la pena privativa de libertad.
Sin inmutarse, la procesada presenció la lectura del veredicto desde la misma silla en la que asistió al resto del plenario, tranquila y pendiente de cada interrogatorio . Solo quebró su silencio en los instantes finales de la sesión para decir que «no considero correcto que yo conociese los hechos». En este punto, la juez realizó una llamada de atención ante la que la acusada volvió a guardar silencio . Fue el epílogo de un proceso que se prolongó durante una intensa semana en la que más de una veintena de testigos y peritos dibujaron la personalidad de una madre que, determinó la Fiscalía, «querría mucho a su hija, sí, pero no bien».En la decisión del tribunal ciudadanos, como ellos mismos indicaron, fue determinante la aportación de los peritos llamados a declarar.
Sin tener en cuenta la diversidad de opiniones entre algunos de ellos, los miembros del tribunal se quedaron con la versión mayoritaria, que habla de una Sandamil que era capaz de distinguir entre el bien y el mal y que actuó movida por la venganza hacia su expareja. «Cosificó» a la niña hasta el extremo, afirmó el abogado del padre, que en su alegato defendió que una madre no tiene que estar enferma para acabar con la vida de su hija. «Pensó: si no es mía no es para nadie» . También resultó vital en la determinación del tribunal, tal y como reconocieron en varios pasajes de su decisión los jurados, la declaración de la abuela de la víctima, que ya en la llamada de urgencia que hizo al 112 deslizó que «mi hija estaba mal» cuando alertó de la muerte de la pequeña. A sus palabras durante el interrogatorio al que fue sometida se refirió el veredicto, para dar por hecho que la madre sabía que la pequeña estaba muerta cuando llegó a su habitación, a diferencia de lo que había querido hacer ver al tribunal, delante del que afirmó que ella no había pronunciado el tristemente repetido «Morreu Desi».
Sin faltar a ninguna de las seis jornadas en las que el crimen se analizó de manera pormenorizada -y por momentos cruda-, el padre de Desirée indicó a ABC que «hoy -por ayer- no es una día de felicidad para mí, sino de justicia». «Solo falta que se plasme en un papel, pero no tengo dudas de la condena a prisión permanente revisable después de conocer el veredicto y los hechos probados», manifestó José Manuel Leal, para agradecer a los jurados, con los que compartió sala durante el plenario, la «profesionalidad» con la que habían actuado. «Esto es inhumano, para mí no es un bálsamo porque mi niña no está. Ojalá pudiera haber hecho algo por salvar su vida, pero no pude. Hice lo que pude por hacer justicia», lamentó casi tres años después de la pérdida de Desirée.
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