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Desde la Platea

Volvamos a mirarnos a la carita

La percepción que se respira en el cadismo es de falta de ilusión

La mayoría de la afición está más expectante a lo que pase que ilusionada

Por el bien del cadismo

Una salvajada, presidente

El Cádiz CF continúa con su campaña de abonados. A. VÁZQUEZ
Mauricio García

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Ser creyente parece que no va de la mano con estar ilusionado. Y es que aunque el club tire nuevamente del mantra de la creencia para alentar a una afición que tiene su cadismo como una religión en la que se cree sin que nadie le tenga que decir que lo haga, en la salud y en la enfermedad, la percepción que se respira es de falta de ilusión.

Entre la ilusión y la expectación hay cierta diferencia y parece que hay más gente instalada en la segunda que en la primera. Cierto es que tras el varapalo del descenso, lo lógico es lo segundo, pero también es verdad que si vamos a tirar del mantra de la creencia, lo suyo es despertar ilusión en esa creencia, porque si no, queda como alentar a algo pero sin trabajarlo.

Evidentemente el mercado futbolístico tiene unas pautas, unos tiempos que la mayoría de los profanos desconocemos porque siempre se enmascara en 'los flecos' de las negociaciones, lo cual es lógico, pero creo que tampoco es menos cierto que la mayoría de la afición está más expectante a lo que pase que ilusionada.

No seré yo quien se pronuncie sobre si a la plantilla le falta un central, un delantero, un extremo o un medio pensionista. El hombre del andamio sabrá lo que quiere y necesita, que a día de hoy es en quien me encomiendo, en que el entrenador sea capaz de transmitir al vestuario su idea, crean en él hasta la muerte y la cosa salga bien.

Abandonar los vicios del fútbol moderno

Que una afición como la del Cádiz CF se ilusione creo que es hasta fácil. Y a falta de fichajes, que supongo que llegarán, quizá el hermetismo no sea la mejor arma. En Cádiz, estando donde estamos a las puertas de afrontar una temporada tras un tropiezo que todavía pesa en la mente de la afición, creo que no está mal que hable el presidente como lo ha hecho esta semana, exponiendo sus sensaciones o lo que quiera exponer, pero también creo que en la situación que estemos no estaría de más abandonar los vicios del fútbol moderno.

Quizá sea excesivamente antiguo o añejo, pero el Cádiz CF en el que crecí, con los hermanos Mejías, Choquet, Manolito, Dieguito el de la Margara, Juan José, Linares y compañía, que ya jugaron contra el Madrid y nunca contra el Jumilla, eran gente cercana, hablaban con los medios con naturalidad y con la gente por la calle como con cualquier vecino del barrio, de su Cádiz.

Había temporadas mejores y temporadas peores, pero siempre en el inicio se palpaba que el equipo de su ciudad, de su barrio, empezaba a jugar y había ilusión. Porque la cercanía crea cariño y el cariño por alguien deseo e ilusión porque le vaya bien.

Por eso, quizá no esté de más que en el inicio de una temporada en la que se llega de una decepción abandonemos lo malo del fútbol moderno y volvamos a lo esencial, al contacto con la afición, a la exposición en público de los jugadores para que le expresen a los suyos, a esa afición que siempre está ahí sin que nadie se lo tenga que decir, que no se preocupen, que el año pasado la cagaron pero que este año están dispuestos a mirarlos a la carita en la grada y decirles: «Estamos aquí, llevamos tu camiseta y vamos a muerte de la mano».

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