«Cuando salta al terreno de juego el equipo amarillo se ve la ilusión por todo el graderío...». Suena el himno del Cádiz por última vez en la temporada. Deja de ser de Primera. Sueños rotos, sonrisas maquilladas, lágrimas contenidas, pero también gestos de condolencia, de perdón, de resignación. Los 5.000 que se han ausentado de Carranza muestran el lado más crítico. El resto, un estadio con más de tres cuartos de entrada, descubre a una afición entregada a su equipo, fiel hasta la incomprensión y también con muchas ganas de fiesta. «Gracias afición», sostienen los futbolistas en una enorme pancarta.