Al margen de tácticas, de individualidades, de rabonas y sombreros y, sobre todo, de que la pelotita entre. El fútbol es un deporte imprevisible pero en el que juegan muchísimos factores internos y externos. No sólo influyen la suerte o los árbitros, algo imposible de controlar, sino que existen varios matices que ayudan o dificultan la consecución de un objetivo. La afición ha entendido su papel a la perfección y ha organizado para el próximo partido una serie de actos con el fin de que Carranza sea una olla de presión que motive al equipo y afecte al rival. Por su parte, el equipo, más unido que nunca, llega pletórico de moral y en perfectas condiciones físicas, a la vez que está contrarrestando bastante bien las numerosas bajas. La plantilla reconoce que este viento a favor debe mantenerse hasta final de temporada si el año que viene quieren disfrutar de otra temporada en Primera División.