La ajustada llegada a meta entre Valverde y 'Purito' Rodríguez. / AFP
Cuatro hombres y un destino: el triunfo. Cuatro historias de vida que se dieron cita en la primera llegada en alto que ha tenido la carrera, el Santuario de Arrate, que transformó el verde en naranja, gracias a los seguidores de Euskaltel que poblaron los últimos kilómetros de subida. Alejandro Valverde lograba su sexta victoria de etapa en la Vuelta a España. Consiguió uno de esos triunfos que se consiguen basándose en la perseverancia, en no dejarse ir en los metros finales, en romper un final que siempre está escrito en Arrate: el que sale de la última curva en cabeza es el que gana. En esta ocasión no se cumplió. Valverde se encargó de reescribirlo.
A Joaquim Rodríguez, que dio la impresión de ir sobrado de fuerzas, le traicionó el subconsciente, ese gesto de querer levantar las manos que le costó el triunfo. Estaba relamiéndose por una victoria que finalmente iría a parar a las espaldas de Alejandro Valverde: «Sé que será difícil que vuelva tener una oportunidad igual de poder ganar en Arrate». Aquí nunca ha logrado un triunfo.
Contador, que fue el causante de que tanto Valverde como Joaquim Rodríguez y Chris Froome llegasen con seis segundos de ventaja, se tuvo que conformar con el cuarto puesto. Arrate nunca defrauda. Es una de esas ascensiones que no resulta excesivamente dura, que no tiene grandes porcentajes, que tampoco va definir una general, pero que siempre aporta momentos que pueden resultar inolvidables, como sucedió este lunes.
Fueron ocho kilómetros marcados a fuego por Contador y su equipo, que puso a trabajar a Jesús Hernández y Dani Navarro para castigar al grupo. Atacó en cinco ocasiones, la primera de ellas saliendo a un intento de Valverde, que se encargo de prolongar. Desde ese momento, en cabeza se quedarían quienes se jugarían la etapa, y la general final.
Detener el tiempo
Joaquim Rodríguez y Valverde eran quienes respondían a los latigazos que lanzaba Alberto, sin un orden preestablecido. A Froome le costaba más seguirles, pero solo cedía unos metros. El 'keniata blanco' se desenvuelve mejor en puertos más largos. Valverde ganaba, 'Purito' controlaba, Froome sobrevivía y Contador ponía el espectáculo, con esos ataques secos, de escalador puro, que hicieron una selección muy rápida, de forma natural.
Las últimas montañas que había subido Contador con un dorsal quedan a muchos miles de kilómetros de distancia, en Argentina, en la Vuelta a San Luis, en el mes de enero. Allí ganó en el Mirador del Sol. Siete meses después volvía a ponerse un dorsal, dando la impresión de poder parar el tiempo.
Cuatro años han pasado desde que corrió su última Vuelta a España. El tiempo es lo que está marcando su carrera. El tiempo que les saca a sus rivales, el tiempo que ha estado suspendido, el tiempo en que su carrera ha estado colgada del destino. Siempre esa palabra aparece en una vida que no parece tener término medio.
Sabía que con Valverde y Joaquim Rodríguez ganar la etapa resultaba muy difícil. No buscaba levantar los brazos, no al menos en esta meta. Era algo personal lo que estaba en juego, con él mismo, con el mundo, con quienes dudaban, y dudan, de sus condiciones.
Alberto Contador es el mayor talento que ha dado el ciclismo mundial en los últimos años. Nada, ni nadie, han podido con él fuera de la carretera. Dentro de ella, como este lunes en Arrate, obliga a sus rivales a esfuerzos intensos, les fustiga de forma continúa, sin descanso, para evitar que tengan un momento de sosiego.
Se convirtió en un depredador. Quería, sobre todo, saber cómo se encontraba, que le podía transmitir su cuerpo, tensar a sus rivales para conocer su estado físico real. Consiguió todo lo que se propuso.
Conocer a los rivales
Ganar es algo a lo que está tan acostumbrado que lo que hizo fue convertirse en un kamikaze del asfalto, un ciclista desbocado que quería encontrar sus límites. Tres días le han bastado para conocer cómo está y el nivel de sus posibles rivales. Ya tiene toda la información que quería para poder procesarla.
Entre los diez primeros de la general que salió de Arrate está el vencedor de esta Vuelta. La selección se ha hecho muy rápida, tanto que el acercamiento a la cumbre guipuzcoana, en una etapa que llegó a los 40,581 kilómetros de media horaria, permitió ver a muchos ciclistas buscando posicionarse en condiciones para comenzar con los mejores el puerto.
Hubo un ganador, Valverde, una decepción, la de Joaquim Rodríguez, una confirmación, la de Alberto Contador, y una medio incógnita, la de Chris Froome.
A Contador solo le aguantaron los mejores. Fuera de esos cuatro corredores nadie se asomó al vértigo que propuso el líder de Saxo Bank en pocos kilómetros.
Una vorágine de ataques, miradas, rencillas deportivas, solucionada con la 'foto-finish'. Más no se le puede pedir a la primera llegada en alto de la Vuelta a España, con todas las fuerzas intactas.
Arrate ha sido un escaparate en el que se visto lo que valen en estos momentos los nombres importantes de la Vuelta, además de a un equipo, Movistar, que no va a dejar el maillot rojo. Se lo tendrán que quitar y por si falla Valverde, tiene a Beñat Intxausti a 18 segundos. Además de a ellos, que Movistar tenga la carrera controlada es algo que conviene al resto de favoritos de la Vuelta.