El Papa dice adiós a México con palabras de Octavio Paz
El presidente Enrique Peña Nieto despide al Pontífice en el aeropuerto de Ciudad Juárez
«Soy hombre: duro poco / y es enorme la noche./ Pero miro hacia arriba: / las estrellas escriben. / Sin entender comprendo: también soy escritura / y en este mismo instante / alguien me deletrea.» Con el hermoso poema de Octavio Paz «Hermandad» («Árbol adentro», 1987) se despidió el Papa Francisco de México. Era la segunda vez en su viaje que citaba al Nobel mexicano : la primera, sin nombrarlo, fue el primer día de su visita oficial, durante el encuentro con los obispos en la capital, cuando habló del «laberinto de la soledad» como metáfora del «presunto destino incumplido de esta nación».
Al término de la misa «binacional» celebrada este miércoles en Ciudad Juárez , a pocos metros de la alambrada que marca la frontera con Estados Unidos, el Pontífice agradeció «a todos los que han hecho posible esta peregrinación» , no sin antes celebrar que México «siempre sorprende». «Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la fiesta, la esperanza de esta gran familia mexicana, gracias por abrirme las puertas de sus vidas», dijo Francisco.
El Papa aseguró que en muchos momentos del viaje ha sentido ganas de llorar, «al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido» , y que en este país ha podido ver a «muchos hombres y mujeres que con su esfuerzo de cada día hacen posible que esta sociedad no se quede a oscuras». También se refirió a la cantidad de niños que le alzaban para bendecirlos. «Ellos son el futuro de México: cuidémoslos, amémoslos».
Antes de este mensaje, le dedicó al Santo Padre una despedida el obispo de Ciudad Juárez , monseñor José Guadalupe Torres, quien manifestó que «su ejemplo de vida y su mensaje nos reaniman y llenan de entusiasmo para seguir aun en medio de las adversidades». «Usted nos ha mirado con ternura», dijo Torres.
No hubo en la eucaristía gesto particular hacia los familiares de víctimas de la violencia, sentados entre los asistentes. A la insistencia de parte de la opinión pública en que Francisco se reuniera con los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala se refirió en la tarde del martes el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. «Encuentro un poco extraño que día tras día se haga esta presión», declaró Lombardi, que recordó que en el país hay alrededor de 27.000 desaparecidos y que el Papa «tiene a todas estas personas en el corazón».
El portavoz de la Santa Sede realizó entonces un balance de la estancia del Papa en México, que calificó como una «fiesta de la Fe», y destacó que Francisco ha tenido «una panoplia muy amplia de encuentros, siempre con la perspectiva de misionero de la misericordia y de la paz».
El presidente Enrique Peña Nieto, su mujer, Angélica Rivera, y varios miembros del gabinete gubernamental despidieron al Pontífice en el aeropuerto de Ciudad Juárez poco después de la siete de la tarde, hora local.
En la alfombra roja le asaltaron dos niños espontáneos, que lo abrazaron y le mostraron una pancarta con la leyenda: «Santo Padre, México reza por usted , rece usted por los mexicanos». Le dijo adiós al Papa un espectáculo folclórico similar al que lo recibió el viernes en la capital mexicana, rodeado de nuevo por la algarabía de unas cinco mil personas.
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