Historias del Covid-19: «No recuerdo haber estado en la UCI, es como si hubiera sido un mal sueño»

ABC habla con la familia de la persona que más tiempo ha estado en la unidad de cuidados intensivos y con una enferma recuperada que pasó allí nueve días

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Mariluz junto a su hermana Cedida a ABC

F. del Valle y María Lozano

Concepción Cedida a ABC

Con 54 años, Concepción pasó 20 días en el Hospital Universitario de Móstoles por el coronavirus . Después de unos días ingresada, su estado no dejaba de empeorar, por lo que los médicos decidieron tenerla más controlada en la UCI, donde permaneció nueve días. «Empecé a tener mucha fiebre y no podía respirar, pero no recuerdo más, es como algo que se ha quedado oculto», explica. La amnesia es tal que ella misma se sorprendió cuando le contaron cómo había evolucionado: «Cuando me subieron a planta y me dijeron que había estado en la UCI no daba crédito, es como si hubiera sido un mal sueño ».

Concepción es una persona que, a priori, no tenía patologías previas, por lo que no entendía por qué le había costado tanto superar el coronavirus . Los médicos le aclararon que la enfermedad le había afectado más de lo normal para una persona de su edad porque pertenecía a un grupo de riesgo, algo que ella desconocía. «Al ingresar vieron que tenía arritmias y que había vivido siempre con el trastorno, pero que a raíz de esto se había despertado», relata. Ahora vive con un desfibrilador automático implantable en su pecho que puede detectar si su ritmo cardíaco es anómalo y revertirlo automáticamente.

Después de la operación y de haber superado el Covid-19 que tantas vidas se ha cobrado en España, hace dos semanas que recibió el alta . «Todavía me encuentro muy débil y muy flojita –se queja- porque he perdido bastante masa muscular y me cuesta mucho darme una simple ducha o ir de una habitación a otra», algo que según sus médicos es normal en pacientes que ha superado el coronavirus y más aún con una patología como la de Concepción.

Ya en casa, rodeada de los suyos, intenta adivinar cómo se pudo contagiar y una de las opciones con más peso es su entorno laboral, ya que ningún familiar cercano lo ha pasado. «Es posible que a mí me lo contagiaran en el trabajo , en la metalistería», reconoce.

Su familia era una de las cosas que más preocupaban a Concepción mientras estaba en el hospital ya que cuando se encontraba en la UCI no se podía comunicar con ellos. No obstante, médicos o enfermeros se ponían en contacto día a día con su pareja y su hija y les informaban de cada paso que daban. Algo por lo que solo tiene palabras de elogio hacia los profesionales sanitarios.

«No hay que perder nunca la fe ni dejar de soñar»

Mariluz junto a su hermana Cedida

Cuando Mariluz se empezó a sentir mal, aún nos tomábamos a risa lo del coronavirus en España. Cosa de los chinos. Otra apocalipsis más que se quedará en el susto. Corría finales de enero cuando esta profesora de instituto de Málaga de 55 años de edad tuvo que pedir la baja. Pensaba, entonces, que tenían la culpa sus achaques anteriores. En absoluto. Esta semana ha podido pasar a planta tras ser la primera paciente que ingresó por Covid-19 en la UCI del hospital Carlos Haya de Málaga y pasar allí, crítica en muchos momentos, la friolera de 35 días . Nunca dejéis de soñar, pide su familia a quienes están en situación parecida. Saben de lo que hablan.

El caso es que la gestación del coronavirus en esta docente corre paralela a la historia de la pandemia que no se quiso ver. Mientras en todo el país seguían celebrándose actos masivos de todo tipo, Mariluz ya penaba por camas de hospital en los que de entrada no parecían darse cuenta de cuál era el bicho que la corroía por dentro.

A mediados de febrero incluso le vieron en la clínica privada por la que pasó primero, pero llegó la última semana del mes y de nuevo con fiebre volvió a ingresar. Esta vez en una institución ubicada en el centro de la ciudad, que bullía tanto o más que siempre. Imaginen, se acababa de celebrar el Carnaval.

A partir de aquí, como cuenta a ABC su hermana Patricia , se fueron desencadenando los sucesos. De nuevo, de forma simultánea a que en este país nos fuésemos dando cuenta de la gravedad de lo que se nos venía encima.

Su situación no mejoraba, y comenzaba a llegar el goteo de positivos en toda España. Así, en esta segunda clínica privada por la que pasó decidieron hacerle el test. El 7 de marzo , a última hora de la noche, la familia recibía el mazazo. Mariluz estaba contagiada .

Cuando en la madrugada del lunes 9 aún se estaba recogiendo confeti morado de las calles de la ciudad tras las marchas feministas, tuvo que ser trasladada de hospital. De Gálvez, al centro que durante mucho tiempo llevó el nombre del yerno de este médico ahora en vías de beatificación. Ingresaba casi crítica en la Unidad de Cuidados Intensivos del Carlos Haya (hoy Regional, cosas de la memoria histórica). Ahora el hospital está dedicado casi por entero a pacientes con coronavirus , pero entonces ella, con una neumonía galopante, tuvo el «honor» de ser el positivo que estrenaba la unidad de críticos.

Con los pulmones muy corroídos por el virus y otros órganos afectados, Mariluz ha pasado sedada buena parte de su estancia en la UCI. «Dice que ha tenido muchos sueños; no sabe los que son reales y cuáles no », afirma su hermana, también profesora. Su estancia se complicó en la mitad de la estadía por la irrupción de un hongo y una bacteria hospitalaria que complicaron más las cosas. El personal del centro reconoce que «ha estado muy malita», que se temió por su vida en más de una ocasión.

Mariluz no podía, pero Patricia sí. Siguió yendo a su parroquia, la de El Salvador, a hablar con su párroco, quien asegura que la misma gran labor social que se hace a diario se ha volcado ahora con los afectados de uno u otro modo por el maldito bicho. Allí rezó mucho, y sus oraciones dieron fruto. Mariluz fue remontando poco a poco. El Viernes de Dolores, entraba la Semana Santa más atípica de nuestras vidas, fue posible desconectarla de la respiración asistida. El Miércoles Santo, Mariluz hablaba por primera vez con su familia mediante videoconferencia. Despistada, muy aturdida, pero allí estaba ella de nuevo. El miércoles por fin, tras dar negativo hasta en tres ocasiones, pasó a planta, recibiendo durante el viaje en camilla el aplauso de los sanitarios que la han tratado, hacia quienes su familia se deshace en elogios.

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