Una investigación en la que ha participado el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) revela que las mutaciones genéticas que se producen en algunas células durante el desarrollo embrionario pueden predisponer al desarrollo de ciertos tipos de tumores en la edad adulta.
El estudio publicado en Nature Genetics aporta nuevos datos sobre la genética de los embriones causante de la aparición de tumores en la edad adulta. Estos resultados refuerzan la creciente teoría de que algunos tumores pueden tener un origen muy temprano, apareciendo ya durante el desarrollo embrionario del organismo, y ofrecen nuevas claves para entender las causas genéticas de algunos tipos de cáncer, su prevención y tratamiento.
Cuando una célula se divide genera dos células idénticas, con su mismo material genético y mismas características. Durante el desarrollo embrionario, pueden producirse mutaciones genéticas -alteraciones en los genes- que pasan a las células hijas como consecuencia de la división celular, y se genera un individuo cuyas células difieren al nivel genético. Durante mucho tiempo se ha sospechado que este fenómeno, denominado mosaicismo, podría asociarse a diversos tipos de cáncer, aunque la comunidad científica tiene muy pocos datos sobre las alteraciones genéticas que lo provocan.
Los autores de este trabajo han hecho un estudio genético exhaustivo de 67 pacientes con varias lesiones congénitas de la piel que desarrollan tumores (nevus sebáceos, NS). También han estudiado el síndrome de Schimmelpening (SS), en el que se afectan también otros tejidos, como el cerebro o el ojo. Biopsias de las lesiones de estos pacientes han mostrado por primera vez mutaciones en los genes de la familia RAS (97% en los casos de NS y 100% en SS), que codifican proteínas muy importantes en el control de la división celular, mientras que el análisis de tejidos que no contienen lesiones, como células de la mucosa de la boca, leucocitos sanguíneos, etcétera, presentaron una secuencia normal en estos genes. Además, todos los pacientes que habían desarrollado tumores presentaron también mosaicismo en esta familia de genes.
Estos resultados, junto con estudios previos liderados por el grupo del CNIO, demuestran que estas mutaciones, presentes exclusivamente en las células de la piel afectada y originadas durante el desarrollo del embrión, al tratarse de enfermedades congénitas, son la causa genética de estas anomalías y predisponen a la formación de tumores.
GenomaUn análisis completo del genoma de más de 57.000 individuos, publicado también esta semana en Nature Genetics, apoya esta teoría de que la presencia de mosaicismo con un origen lejano en el tiempo es mayor en pacientes con tumores que en individuos sin cáncer.
En este segundo trabajo han aunado esfuerzos un total de 189 investigadores de todo el mundo, entre ellos de nuevo está Francisco X. Real y Núria Malats, del CNIO, y ha sido liderado por investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de EEUU y de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
De esta variabilidad en la composición genética de las células de un mismo individuo nace el concepto de genomas personales, en plural. «Algunas de estas mutaciones implican un aumento del riesgo de cáncer y por tanto algunos de estos pacientes deberían someterse a exploraciones más frecuentes para analizar la evolución de las lesiones», explica Real.