Chapín no sería nada sin Balaídos. Como Wembley no existiría sin Kaiserlautern o la final de Francia'84 sin el 12-1 de Malta. Todo tiene un origen, y el grupo de héroes que ascendieron en Jerez se juntaron por primera vez sobre la alfombra verde de Vigo, bajo la llovizna propia de la tierra galáica y al paso de una borriquita que como el Cádiz salió entre palmas aquel Domingo de Ramos. Allí, con el permiso del incansable Velázquez, comenzó a gestarse la hazaña, y esta misma cuadrilla de obreros del fútbol tendrán en el mismo escenario la reválida para saber si ese bloque puede seguir compitiendo con garantías en la máxima categoría.