Había que ganar, sí o sí. Llegaba a Cádiz un rival directo de perfil similar al de los amarillos y que ya salía derrotado en la primera vuelta. Además, había que aprovechar el factor Carranza, que en lugar de beneficiar se está convirtiendo en un síndrome difícil de superar. Pero nada, lo mismo de siempre. Cuando toca un partido de estos suele acabar con la misma historia: Mallorca, Valencia, Zaragoza,... En el momento en que existe una oportunidad para despegarse de la zona quemada, del crematorio, pues va y se echa a perder. Quizás es el sino del Cádiz, sufrir hasta el final. Quizás hasta sea positivo abandonar el clima de euforia que se instala en cuanto hay dos victorias y seguir remando con humildad. Quizás sea necesario comprender antes de cada encuentro que ganar en Primera es complicadísimo y que no es tarea fácil estar entre los 17 primeros. Quizás, quizás, quizás,...