Luis Salom dice que es un circuito que le gusta. Para Álex Rins Cheste es todo lo contrario a la comodidad para su pilotaje y Maverick Viñales prefiere quedarse en un tercer plano ante lo que se avecina. Son las tres perspectivas que se medirán en Moto3 este fin de semana. En Valencia nadie está seguro de por quién apostar y si la moto ganadora tendrá al mejor corredor sobre sus ruedas. El que gane se lo llevará todo. Da igual lo acontecido hasta el momento o si uno ha sido más regular que el resto, como es el caso del mallorquín. El feudo valenciano es la última estación para saber cuál es el tren que los llevara a la gloria a unos y al anonimato, al menos hasta que comience el siguiente campeonato, a otros.
Cinco puntos hay de distancia entre el trío español. Una cuestión mínima matemática que no servirá de nada cuando se encienda el semáforo del asfalto. Salom es el que lo tiene más claro. Sabe que debe salir a darlo todo, pero manteniendo la calma, sin grades florituras. Le gusta el diseño de Cheste. Sus curvas se amoldan a la perfección a la valentía de la que ha hecho gala hasta el momento. El más preocupado es Rins. «El trazado no es de los que más se adaptan a mi estilo de pilotaje, porque tiene curvas muy lentas y en años anteriores me ha costado un poco ir rápido, pero en los entrenamientos de pretemporada ya pude rodar bien y encontrar una buena puesta a punto de la moto», dijo el piloto del Estrella Galicia en los días previos. Hubiera preferido que el Mundial se disputase en un terreno más neutral para las características de su máquina. Quiere vencer a lo grande, aunque las condiciones en las que competirá provocarán que su nivel pueda estar más bajo de lo que tiene acostumbrado a sus seguidores.
En mitad de esa paradoja que es la calma tensa entre los rivales más acérrimos se encuentra Viñales. Segundo a dos puntos del primero y tres por encima del tercero. En tierra de nadie y de todos al mismo tiempo. Es el que menos ha salido a la palestra en las últimas dos semanas. Aquel que mejor sabe que ocultarse en la sombra del anonimato da alas para afrontar una carrera que puede llevarle a ganar y dejar atrás años de infortunio y lesiones. Es el tapado. Sólo puede quedar uno. Dos verán el cetro mundial desde abajo y lamentarán la oportunidad perdida. Hasta la próxima ocasión.
