Se veía venir algo así. Dirección de carrera había aceptado un escenario de sanciones leves, y bajo esta premisa se disputó el GP de Malasia, con victoria de Dani Pedrosa en solitario, demostrando que el ritmo que llevaba en los entrenamientos era superior a su mala clasificación del sábado.
Fue el Gran Premio más intenso de la temporada, por la carrera en sí y por los precedentes. Lorenzo salió disparado, como siempre, y se puso en cabeza, por delante de Pedrosa y de Márquez.
Jorge intentaba tirar pero no le hacía ni cosquillas a las dos HRC, que se marchaban a su rueda a la vez que descolgaban a un voluntarioso Rossi. Cuando se quedaron los tres solos, comenzó la acción. Pedrosa adelantó con limpieza a Jorge, y Márquez quiso irse tras él.
Fue el momento cumbre. Marc buscó rebasar a Lorenzo cuanto antes pero se encontró con la resistencia del campeón. La tensión subió centenares de grados, y a cada intento del líder le respondía otro del campeón. Jorge parecía mandar el mensaje de que también sabía jugar con las reglas de su rival, pero a fin de cuentas ése dejó de ser su pilotaje hace años y ahora es el de Márquez, que a doce vueltas para el final pegó un hachazo definitivo, dejándole a Lorenzo sin espacio para frenar y cogiendo un par de décimas que cerraron la batalla.
A ritmo, la Yamaha no tenía nada que hacer con la Honda, y las posiciones quedaron claras hasta el final de la carrera. En la batalla, Lorenzo y Márquez sacaron los colmillos, en la guerra, el de Cervera tiene casi todo el trabajo hecho para ser campeón del mundo, con 43 puntos de ventaja con 75 en juego.