Israel bombardeó ayer de manera sistemática cuatro de las principales infraestructuras que hay en la franja de Gaza en la operación militar de mayor envergadura que lleva a cabo en esa zona desde que evacuó los asentamientos judíos hace un año. Simultáneamente, y a partir de las tres de la madrugada, cazas F-16 sobrevolaron a baja altura toda la Franja sembrando el pánico entre la población. Estos vuelos provocaron temblores en las viviendas y explosiones de sonido. Las infraestructuras destruidas son: la única planta eléctrica que hay en Gaza y tres puentes situados en las principales arterias que conectan el norte con el sur. Además, la inutilización de la central eléctrica provocó el cese del bombeo de agua potable en las casas. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, dijo en un primer momento que los ataques continuarán en los próximos días y que su Gobierno «no dudará en llevar a cabo una operación extrema» para liberar al soldado Guilad Shalit. Pero más tarde indicó que los bombardeos cesarían si las milicias que mantienen en su poder a Shalit lo liberan. Algunos aliados de Israel criticaron la magnitud del daño que se está ocasionando. EE UU manifestó que Israel tiene derecho a defenderse «pero no a castigar a la población». En unos términos similares se expresó la UE. Tanto Washington como Bruselas instaron a los milicianos a liberar al soldado.