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Viernes, 26 de mayo de 2006
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El Papa sigue la senda de Juan Pablo II y entona el 'mea culpa' en su primer viaje a Polonia
Benedicto XVI condena el nazismo y pide a los sacerdotes que no sean «expertos en política» ni cedan a la hipocresía
El Papa sigue la senda de Juan Pablo II y entona el 'mea culpa' en su primer viaje a Polonia
VARSOVIA. El Papa Benedicto XVI y el presidente del Consejo Ecuménico polaco. / EFE
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El Papa llegó ayer a Polonia siguiendo las huellas de Juan Pablo II y en sus primeros discursos condenó el nazismo y se refirió a los pecados cometidos por los cristianos a lo largo de los siglos, afirmando que, aunque es necesaria «una humilde sinceridad para no negarlos», no se pueden ignorar los diferentes momentos históricos.

«Conviene no erigirse con arrogancia en juez de las generaciones precedentes, que vivieron en otros tiempos y en otras circunstancias. Es necesaria una humildad sincera para no negar los pecados del pasado y no caer en fáciles acusaciones en ausencia de pruebas reales o ignorando las diferentes circunstancias de la época», dijo Benedicto XVI en un encuentro con el clero en la catedral de Varsovia, primer acto del viaje de cuatro días a Polonia.

Con estas palabras, el Papa Ratzinger volvió a evocar el mea culpa entonado en el año 2000 por Juan Pablo II, quien pidió perdón público por las culpas acumuladas durante siglos por los hijos de la Iglesia. En aquella época el por entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, precisó que el mea culpa debía servir para despertar las conciencias, pero que la Iglesia «no puede convertirse en el tribunal del presente sobre los pecados del pasado». Ello significa -precisó entonces- que no se debe negar todo el mal hecho por los hijos de la Iglesia, pero tampoco atribuirse pecados sobre los que no existe una certeza histórica.

Benedicto XVI manifestó ayer que la Iglesia es santa, pero en ella hay pecadores, y que hay que rechazar el deseo de identificarse sólo con aquellos que no tienen pecados.

Asuntos dolientes

El Papa fue directamente al grano de los asuntos más dolientes que cita cualquier analista: la creciente implicación de los curas en política, dentro de una preocupante oleada de integrismo, el mal ejemplo de muchos sacerdotes en su vida pública, con cierta ostentación de riqueza; y sobre todo, el aire inquisitorial en la búsqueda de chivatos y colaboradores del régimen soviético, incluso dentro de la propia Iglesia.

El Papa tocó cada uno de estos temas de forma directa. «Al sacerdote no se le pide que sea un experto en economía, construcción o política, sino que sea un experto en vida espiritual». «Vivir bajo el totalitarismo puede haber generado una tendencia inconsciente a esconderse bajo una máscara, cediendo a una forma de hipocresía». «Vivid una vida modesta, solidaria», zanjó Ratzinger, que fue acogido con cariño por decenas de miles de polacos, pero con algo menos de entusiasmo del que desplegaron para recibir a Juan Pablo II.



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