Si existe algo en esta vida que me atrae, es el vivir nuevas experiencias, aventurarme a un destino incierto, empezar con esa bella inseguridad que aún poseo (y espero no perder), al no saber lo que el futuro me pueda deparar.

En unos tiempos donde todo parece tan esquematizado y preparado, mi mente lucha por evitar todo aquello que me limite y me aprisione. Pienso que, por todo esto, hoy estoy aquí escribiendo en esta columna en un nuevo y atractivo proyecto. Siempre con la humildad de a quien le queda todo por aprender y mucho por descubrir. Pero también con la ilusión de plasmar todo lo que mi alma y mis pensamientos puedan aportar.

Será de esto, alma, sentimiento, verdad y pensamiento, de lo que pretendo escribir, puesto que jamás escribiría de asuntos que no me aporten sensaciones o emociones de cualquier índole.

Confieso ser un buscador de todo aquello, ya sea efímero o eterno en su duración, que me llene de vida en su concepción. El tener algo que decir lo veo tan cercano como el no tener nada que decir, y mejor callar pues. La inspiración vuela libre, viene y va a su antojo.

En esta sección pretenderé romper una lanza a favor del romanticismo en todas sus vertientes, ya sea en el toreo, en el flamenco o en un bello romance.

Es una forma de ver y mirar la vida, de mirarse para afuera y para adentro, quizás con el riesgo de verse perdido en un oscuro bosque entre la realidad y los sueños. Pienso que a veces busco ese perderse y no querer encontrarse, porque en ese punto del abismo me siento confortado, y porque en ese estado neblinoso de la realidad es donde el arte me ha llevado en volandas.

El arte te busca y te lleva a ese bosque de verde azabache donde te deja respirar y gozar de su ser más espiritual. Lo cierto es que el arte es muy complejo y jamás llegaremos a asimilar toda su dulce esencia.

En el toreo, el arte se ha magnificado a niveles inverosímiles, con ese dramatismo cruel y grandioso de la vida y la muerte. Con ese estado de gracia de unos toreros tocados por la divina luz de la genialidad y que nos han transportado a una nueva atmósfera de sensaciones liberadas.

El sentimiento se hace conmoción cuando es el arte el que lo toca, y nuestros cuerpos se adormecen en un sueño que a veces no podemos olvidar, jamás de los jamases.