Sebastian Vettel juega al crickey en Australia./Daniel Munoz (Reuters)
«Hemos roto con el pasado». Como si de un salmo se tratase, en Ferrari han repetido esta máxima desde que se presentase el revolucionario F2012. La oración de marras contiene mucho más contenido de lo que a priori podría parecer. Desde Maranello se han grabado a fuego los errores cometidos en 2010 y, sobre todo, en el desastroso 2011, y por eso se han planteado la temporada 2012 como el renacer de una escudería que ha sido sinónimo de éxito en la Fórmula 1 durante más de la mitad de lo que llevamos de siglo XXI.
La punta de lanza de esa revolución es Fernando Alonso. El piloto español busca su primer título de rojo, uno de los objetivos de casi todos los corredores que alcanzan la Fórmula 1. Además, supondría el tercero en su cuenta particular, con lo que igualaría a uno de los grandes totems del automovilismo mundial: Ayrton 'Magic' Senna. El propio Alonso confirmaba que su objetivo siempre será el de ganar el título, parta desde la posición que parta en la primera carrera. El gen de campeón que ya se vio hace largos once años no le ha abandonado, y forma parte de un carácter que, puliéndose con el paso de los kilómetros, conforma un piloto que llega a 2012 en su plena madurez deportiva.
No obstante, las sensaciones de Ferrari no son nada halagüeñas. La pretemporada, si bien no se puede calificar de fracaso absoluto, ha generado más incertidumbre que otra cosa, y el discurso pesimista se ha instalado en Maranello. Stefano Domenicali, jefe y máximo responsable de la escudería con más historia en la Fórmula 1, ha puesto la venda antes de que se produzca la más que probable herida, y ha pospuesto cualquier juicio de valor y posición para después de las cuatro carreras fuera de Europa. El mismo Domenicali se juega mucho. En Ferrari han rodado varias cabezas, como responsables de los desastres de 2010 y 2011. El último, Aldo Costa, responsable de diseño del fiasco de F150 de 2011, al que han sustituido por Pat Fry y Nik Tombazis. Si el revolucionario F2012 no está a la altura de sus rivales, no solo podrían pasar ellos por la guillotina, sino que quizá el presidente Montezemolo se canse de los constantes vaivenes de Domenicali.
En este contexto, y sin demasiado que esperar de un Felipe Massa que acabó 2011 sin besar el podio, Fernando Alonso lleva en sus hombros todo el peso de la historia de Ferrari, el suyo mismo, y además tiene que bregar con otros cinco campeones del mundo en pista. El asturiano asume un reto hercúleo, pero lo hace en sus plenas facultades. Si hay una temporada en la que Alonso puede demostrar que es el piloto más completo de la parrilla, esa es la 2012.
Los 'cocos': Red Bull y Vettel
'Abbey' es el nombre del RB8 que pilotará Sebastian Vettel esta temporada. El 'pequeño kaiser' no pone fronteras a su meteórica carrera, y su objetivo es claro: sumar su tercer entorchado consecutivo y mantenerse firme en la carrera por atrapar a su ídolo de infancia, Michael Schumacher, precisamente en el año en el que probablemente éste cuelgue el casco definitivamente.
El matrimonio con Red Bull está más que consolidado, si bien esta temporada se presenta con menos confianza que la pasada. La prohibición de los escapes soplados es el gran handicap con el que ha tenido que bregar en esta pretemporada el genio de Adrian Newey y su equipo de ingenieros, y no lo han visto claro hasta el último día. Que se presentasen el último domingo de Montmeló con un RB8 totalmente modificado con respecto al que enseñaron, es una buena muestra de en qué situación se encuentra el equipo campeón. Ese giro de timón puede ser la mejor arma para los rivales de Vettel y, en menor medida, de Webber, para plantarles batalla con autoridad. El propio Sebastian ya avisaba de que no se repetirá la inmensa superioridad de la que gozaron en 2011, y ahí quieren pescar sus enemigos. El primero es el propio Mark Webber, que después de renovar, por inercia, quiere demostrar que puede ser un duro competidor de su propio compañero de box. No obstante, la apuesta segura es contar con que Red Bull va a estar arriba desde el principio. Otro asunto será en qué posición o a cuántos segundos de sus rivales.
Hamilton, el redimido; Button, el tapado
Si hay una escudería que ha hecho el ruido justo en la pretemporada de 2012, esa ha sido McLaren. Además de ser el único equipo que ha apostado por un diseño tradicional, y sin el característico y estéticamente chocante 'morro de pato' que llevarán el resto de monoplazas, en los test se han mostrado muy fiables. De hecho, tanto desde Red Bull como desde Ferrari han puesto en alerta a sus respectivas aficiones: Button y Hamilton apuntan a favoritos.
Pocas parejas más distintas habrá en un equipo de Fórmula 1. Por un lado, el talento puro y emocional de un Lewis Hamilton que deja atrás la complicada y polémica temporada 2011, que cerró no solo con alguna victoria, sino también como el piloto más sancionado, muchas veces por sus continuos encontronazos con su viejo rival Felipe Massa. Por otro lado, el cerebral y constante Jenson Button, que logró un subcampeonato más que meritorio, habida cuenta de las dificultades para alcanzar el rendimiento de Red Bull. El británico acabó la pasada campaña con un sabor de boca muy positivo, y aparece prácticamente en todas las quinielas. Si el teóricamente tradicional MP4-27 da resultado, los de Woking pueden romper con el intento del tricampeonato de Vettel y Alonso, y disputarse entre sí el título.
Las posibles sorpresas
En una campaña llena de dudas, no sería descabellado encontrar a uno de los menos habituales arriba. Tanto Lotus, con su pareja de retornados Romain Grosjean y Kimi Räikkönen, como Mercedes, con el heptacampeón Michael Schumacher y la eterna promesa Nico Rosberg, podrían colarse en una batalla a diez pilotos junto a los Red Bull, McLaren y Ferrari.
Tanto Schumacher como Räikkönen se han llevado los elogios y miradas furtivas de sus rivales en los test de pretemporada. El primero quiere demostrar que quien tuvo retuvo y jubilarse de manera definitiva por todo lo alto, mientras que el segundo quiere confirmar que no ha vuelto para pasearse, sino para regresar a lo más alto.
Catorce títulos en pista, tres pilotos debutantes, cuatro regresos y veinte carreras por delante, para decidir al mejor de la edición número 63 del Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Se apagan los semáforos. Comienza la temporada 2012.