Kimi Räikkönen, en una imagen de su época en Ferrari./Francois Lenoir (Reuters)
Si hay un retorno sonado esta temporada, ese es el de Kimi Räikkönen. Pese a que este año se reincorporan a la Fórmula 1 varios pilotos más, como es el caso de su compañero en Lotus Romain Grosjean y Pedro de la Rosa con HRT, el regreso del campeón del mundo de 2007 ha levantado una tremenda expectación. La Fórmula 1 recupera a uno de sus personajes fundamentales, uno capaz de irse a comer un helado mientras el resto de pilotos se calan bajo la lluvia, entre otras muchas imágenes míticas.
Su actuación en pretemporada, unida a un monoplaza que parece de lo más solvente, hace pensar en 'Iceman' como una probable alternativa a los de siempre, y que pueda colarse en la parte alta de la clasificación con asiduidad. Räikkönen dejó la Fórmula 1 asqueado de todo lo que se mueve fuera de los circuitos. Pese a ganar el título de 2007, ayudado por las luchas internas en McLaren, en 2008 y 2009 se dejó llevar, hasta que finalmente la llegada de Alonso a Ferrari le acabó apeando. Se pasó a los rallies, donde su mejor resultado fue un quinto en la prueba de Turquía en 2010, pero su presencia en las noticias fue más por sus constantes accidentes que por sus éxitos en las pistas.
Después de tontear incluso con la Nascar americana, el accidente de Robert Kubica -que todavía sigue sin recuperarse, y cada día que pasa hace pensar más en una retirada definitiva- reactivó el interés de Lotus Renault en él. Las negociaciones en 2011 no llegaron a buen puerto, e incluso ambos se acusaron de usar el nombre del otro con fines puramente comerciales, pero finalmente en 2012 llegaron a un acuerdo. Ahora Kimi quiere recuperar esa tibia sonrisa, que más recuerda a un perfecto jugador de 'poker' que a todo un campeón del mundo.
