Coronavirus
Las familias exigen que se faciliten las últimas despedidas de los seres queridos
La mayoría de los fallecidos en España en hospitales y residencias no tenían a nadie de su entorno cerca en el momento del óbito
Que las familias puedan visitar a sus seres queridos en hospitales y residencias de mayores cuando estos se encuentren en sus últimos días para poder «humanizar» los cuidados al final de la vida y no «dejarles morir solos». Esa es una de las reclamaciones que ha hecho pública entidades como la y Mémora , ejerciendo de altavoz del malestar de muchos familiares de los cerca de 23.800 fallecidos por Covid-19 en España. En la mayoría de los casos, y teniendo en cuenta las medidas extraordinarias adoptadas por las autoridades sanitarias, asegura María José Abraham, directora de Fundación Edad & Vida, «estas personas han fallecido solas, sin el acompañamiento de ningún familiar o entorno cercano, aunque nos consta que los sanitarios o residentes hayan podido suplir en la medida de sus posibilidades estas carencias».
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La situación obece a las normativas oficiales emitidas desde el Ministerio de Sanidad y los gobiernos autonómicos, entre las cuales destacan la prohibición de velatorios y ceremonias -tanto en el ámbito público como el privado-, la limitación de un máximo de tres familiares en las inhumaciones y cremaciones o la imposibilidad de ver a aquellos difuntos por Covid-19, y tiene por objetivo contribuir al control de contagios de la pandemia, pero nada consuela a personas que, como Marian Barriga, acaban de atravesar este trance.
Impotencia, abandono...
Todavía aturdida por el fallecimiento de su madre, Rosa, el pasado 31 de marzo, de la que no se pudo despedir. «Tendría que haberla acompañado en sus últimas horas. Le hubiera dicho que fue y será la mejor madre y abuela, que ha sido una persona maravillosa, cariñosa y divertida. Con ella se va una parte de mi vida. Le daría mi mano, como a ella tanto le gustaba mantenerla entre las suyas y un millón de besos. No se merecen irse solos ».
La directora de Fundación Edad & Vida entiende las medidas extraordinarias adoptadas por las autoridades sanitarias pero pide que estos protocolos «puedan ser revisados». « Salvaguardemos la seguridad de residentes y familiares , pero permitamos a los mayores morir acompañados. Es un derecho de toda persona. Consideramos que es necesario humanizar los cuidados al final de la vida, que no solo tienen que ver con el aspecto físico, sino también con el cuidado emocional».
Marian Barriga también denuncia cómo fueron las horas que vinieron después: «todo sucedió a contrarreloj. De hecho, todo fue tan rápido que muchas cosas se me escaparon. Tuve que tramitar documentación por correo electrónico y llamadas telefónicas, el funeral se fijó para las 12:00 hras del día 31 de marzo. En aquel momento me comentan que, al haber fallecido por coronavirus , no podemos acompañar en ningún momento a mi madre. Tuve que llamar a la policía local para que me diesen información sobre el tema. Estos me informan de que, según el último decreto por el estado de alarma, pueden ir hasta tres personas, manteniendo la distancia de seguridad y la protección». Así lo hicieron. «Asistimos al funeral, y fue un momento muy triste y doloroso, en absoluta soledad».
Ante esta situación de máxima fragilidad de las familias, Juan Jesús Domingo, de Mémora, también consideran necesario «volver a reactivar escenarios previos a la prohibición de la celebración de ceremonias para evitar la muerte en soledad y para garantizar el acompañamiento en el proceso final de vida, como un derecho de todos». En su opinión, «si las administraciones consideran los funerales y las ceremonias de despedida solo desde una perspectiva social y relacional, omiten la dimensión fundamental, que es la función curativa».
Duelo traumático
Ritualizar la despedida, aseguran, «es empezar a combatir la negación y a aceptar la pérdida, es permitir la reflexión sobre la muerte de manera serena, es rendir homenaje a quienes queremos y a nosotros mismos, es ayudar a prevenir un duelo traumático y patológico porque se ha realizado sin despedida, sin adiós».
Dentro de unos meses, augura Domingo, «cuando la situación se vaya normalizando, nos enfrentaremos y seremos más conscientes del vacío de los que se han ido y con ello, llegará el sentimiento de perplejidad por una muerte en soledad y sin despedida , y un sentimiento de carencia, de deuda pendiente con nuestros seres más queridos».
En estos casos, explica Rocío García Torres, una de las profesionales contratados por el Ministerio de Sanidad para dar atención psicológica a los afectados por el Covid-19, «es importante manejar la culpa. No pueden elaborar el duelo porque no ha habido ni cuerpo, ni caja... es como si desaparecieran». «Por eso cuando nos llaman, lo primero que trabajamos es la “ventilación emocional”. Que una vez que descuelgan el teléfono y comparten su dolor puedan empezar a ser conscientes de su pérdida».