Francia, 80 Lituania, 66
Después de dos platas, la última de ellas en la anterior edición, Francia por fin alcanzó el trono continental, al sentenciar en 20 minutos a Lituania, una tricampeona de Europa que regresaba a la final 10 años después y sucumbió ante la ambición y la enorme superioridad física y táctica de los ‘bleus’. Después de tomarse la revancha ante España, la selección francesa se dio un festín frente a un equipo lituano que, con excesiva dependencia de su estrella, Kleiza, no tardó en hincar la rodilla ante el colectivo galo, liderado por el talento de Batum y el potencial de Diaw, sin apenas necesitar en esta ocasión a Tony Parker. Francia no encontró oposición en Lituania y la lucha por el oro se acabó demasiado pronto. El equipo de Vincent Collet, extramotivado para firmar el mayor éxito de su historia y reforzado por la victoria del viernes frente a los españoles, humilló así a un decepcionante rival, que pagó un segundo cuarto lamentable, enterrada por Batum y un demoledor parcial de 21-3.
En el descanso el título ya estaba resuelto, porque con su poderío físico, una defensa encabezada por Pietrus que anuló a todos los lituanos, salvo a Kleiza, y su notable acierto en el lanzamiento, los franceses reaccionaron tras perder el primer cuarto y salieron disparados hacia un triunfo contundente. Y sin Parker en pista durante casi todo un segundo parcial en el que los franceses ofrecieron una lección de baloncesto coral. Quedaba así demostrado que a pesar de que el base de los Spurs es un genio, Francia dispone de muchas más armas, con multitud de recursos y variantes de ataque y un poderío atlético imposible de contrarrestar por la nueva generación báltica.
La pelea por el oro se resume en los diez minutos del segundo parcial, cuando Francia rompió a Lituania a base de sacrificio defensivo, velocidad y eficacia, con Batum por encima de todos pero con la productividad ofensiva muy repartida. Parker, que tardó ocho minutos en anotar su primera canasta, estuvo otros siete y medio en el banquillo en el periodo previo al descanso, pero Francia no le echó de menos, porque durante su ausencia su equipo ya había abierto una brecha fundamental (41-34), acrecentada después bajo su dirección.