Iglesias de Madrid

Nuestra Señora de Aránzazu: el proyecto de un comedor social para el barrio

Cáritas parroquial, uno de los baluartes de esta pequeña comunidad de cristianos en medio de una zona de contrastes, atiende en estos momentos a unas ciento cincuenta personas

Vista del altar de la parroquia JOSÉ RAMÓN LADRA

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Me encuentro con el párroco de Nuestra Señora de Aránzazu, calle José Romero, 5, en medio de la negociación para alquilar un local anejo a la parroquia destinado a almacén para un comedor social. Lleva la conversación, con argumentos claros y firmes, una joven religiosa que procede de la parroquia de San Ramón Nonato de Vallecas. Sabe de lo que habla , conoce lo que se necesita y tiene claro cómo hacer que la caridad sea la tarjeta más acreditada de presentación de la Iglesia en medio del mundo, y de un barrio, pospandemia.

La ayuda que presta la parroquia de San Ramón Nonato es el arranque de este proyecto como ejercicio de comunión efectiva. Merece la pena destacar que la generosidad de esa parroquia vallecana está marcando tendencia. Su experiencia allana el camino , siempre incierto y complicado, pero también providencial, de un comedor social en el que Nuestra señora de Aránzazu tiene puestas muchas esperanzas y que se necesita, no voy a escribir, como el comer.

El joven sacerdote, Pedro Andrés Perezpaya Alonso , comenta que el «Comedor parroquial San José», en el año de San José promulgado por el Papa Francisco, ha tenido una primera reunión de voluntarios y presentación del proyecto. «Está en manos de Dios -afirma-. Y es un proyecto pensado en la Evangelización y en invitar a los fieles al ejercicio de la caridad, que es lo propio de la Iglesia». Una caridad que nace de la eucaristía, que hace a la Iglesia.

Cáritas parroquial, uno de los baluartes de esta pequeña comunidad de cristianos en medio de una zona de contrastes, atiende en estos momentos a unas ciento cincuenta personas. Sus fondos preceden de la vicaría . Las necesidades han aumentado en un barrio que ocupa la antigua zona de chabolas de Valdezarza. Ahora mira de frente a las nuevas construcciones en el espacio de las antiguas casas de militares, en dónde está ubicada, por cierto, la capilla del Santo Ángel de la Guarda, atendida también por la parroquia.

Se puede decir que la parroquia tiene dos templos, cada cual más sencillo, cada cual más digno. El templo principal, tengo que confesarlo, es el bajo más pequeño , más reducido, que me he encontrado en este viaje por la geografía parroquial madrileña. Fruto de la implantación genial de la Iglesia en las zonas nuevas, de inmigración, que diseñó el arzobispo Casimiro Morcillo, a mediados de los cincuenta, esta parroquia de Nuestra Señora de Aránzazu estaba encomendada a los Canónigos Regulares de San Juan de Letrán. Religiosos procedentes, los que aquí llegaron, del País Vasco, de San Sebastián. De ahí la advocación que preside la parroquia.

Y el segundo templo es una especie de hangar militar en medio de los edificios que albergaban las viviendas también de la Policía Nacional. Tanto en el templo parroquial, como en la capilla, la liturgia es muy digna. Esta es una de las más acreditadas herencias de los religioso que regentaron la parroquia hasta hace no mucho. Muestra de ello es la pasión por el canto , y el gusto por las cosas de Dios, y de los hombres, bien hechas. Una feligresía que aumenta con el paso de los meses y que está en un nuevo comienzo, en un nuevo impulso para esta comunidad. El párroco, que lleva tres meses, no hace más que agradecer la acogida de los fieles y el afecto que le muestran en cada momento.

La parroquia, como tal, no tiene muchos feligreses en su territorio, unos cuatro mil. Al párroco le ayudan los sacerdotes Alejandro Lozano y Youanny Calderón, que es además capellán del Hospital de la Cruz Roja. Los ciclos de catequesis, en los que los grupos no superan unos cinco miembros de media , y el grupo de formación «Palabra y vida» son dos de las actividades que más destacan. Pero, además de los proyectos caritativos de futuro, está el del grupo de monaguillos, para ayudar al culto litúrgico y las necesarias obras en los templos. Actuaciones que necesitan de la aportación de los fieles y de donaciones, porque las cuentas de la parroquia siempre están al límite. Aunque los milagros existen, también en esta sencilla parroquia de un Madrid de contrastes que da todo lo que tiene. Y es mucho.

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