Santa Rosa de Lima: Una parroquia albergue de humanidad

Durante la pandemia, el padre Julio César Carpio ha dado cobijo a 50 personas en Carabanchel bajo

Imagen del interior de la parroquia Santa Rosa de Lima, en Vía Carpetana Fotos: José Ramón Ladra

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Un patio central como puerta de acceso a la parroquia, que es mucho más que una parroquia con su templo y sus locales para la catequesis. Es un complejo de humanidad, en el que lo más llamativo es el albergue, la Casa de San Martín de Porres , que acogía, en épocas de antigua normalidad, a 62 personas. No digamos nada durante la pandemia. Antes de que comenzara el confinamiento, señala el padre Julio César Carpio , «además de la cama, ofrecíamos cena y desayuno, pero durante la pandemia hemos tenido a 50 personas alojadas a tiempo completo . Les dábamos desayuno, comida y cena». «Hemos hecho lo que hemos podido», asegura, «para atender a estas personas que no presentan un único perfil: hay desde jóvenes hasta mayores de 60 años . Algunos son españoles, pero otros son extranjeros». A finales del mes de julio, tenían a 50 personas albergadas.

San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima unidos en la misión, en la apuesta que los padres Dominicos han hecho por la dignidad de las personas. Ladrillo rojo, edificio funcional de los años sesenta, personas transitando por el reducido espacio, como si fuera una metáfora de una vida herida y sanada.

Según nos cuenta el párroco, el dominico Julio César Carpio, arremangado porque es el día de Cáritas y no son pocos los kilos que hay que repartir, la parroquia de Santa Rosa de Lima fue erigida en 1965 , constituyendo una de las dos misiones principales de la Comunidad de San Martín de Porres de los Padres Dominicos .

Julio César Carpio (centro), junto a Ramiro Castrillo y Andrés González

La parroquia está ubicada en el barrio de Carabanchel bajo , en Vía Carpetana, 47, donde se fue aglutinando un núcleo de población venida de diversos pueblos de la España interior para buscar un futuro de progreso. En estos años, la comunidad parroquial fue un gran referente a nivel pastoral, así como desde un punto de vista social. Ahora el número aproximado de habitantes que comprende el territorio parroquial es de unas 7.000 personas .

Según el padre Julio, que en el momento de la entrevista estaba pendiente de trasladarse a otra comunidad de religiosos, la clave de esta ciudad de fraternidad es el carisma de los Dominicos , la predicación para la salvación de las personas. Por eso la comunidad de frailes aquí presente ha potenciado el estudio como preparación y capacitación a la hora de predicar diversos cursos formativos : Biblia, Liturgia, Sacramentos, Historia de la Iglesia y de la Orden de Predicadores, con el fin de transmitir nociones básicas de la vida cristiana para los fieles.

En Santa Rosa de Lima se han ido fraguando algunas iniciativas que se han materializado poco a poco: la constitución de un grupo de personas formando la Fraternidad Laical vinculada a la Casa de los Frailes. También se apoya desde la Parroquia a la ONG Acción Verapaz de Familia Dominicana, fomentando la dimensión solidaridad con países empobrecidos.

El tiempo pasa. El barrio, que en los años setenta tuvo que enfrentarse al problema de la droga , hoy se ha convertido en un barrio multicultural. En su tiempo fue un barrio obrero y sencillo compuesto por gente joven. Ahora las personas son de edad avanzada. Aparece un nuevo problema, una nueva enfermedad, el envejecimiento de la población , la soledad, y los problemas de convivencia con personas migrantes de religión musulmana. En menor medida hay población latina de diversos países, y en los últimos meses ha incrementado la población venezolana. Estos últimos segmentos de población inmigrante apenas inciden en la parroquia salvo para la ayuda a través de Cáritas parroquial.

Este cambio sociológico agudiza la dificultad en el desarrollo de las laborales pastorales propias de una parroquia. Las personas mayores que acuden a misa habitualmente, y que además participan de las diversas iniciativas que se desarrollan, son escasas en número. Es preocupante el relevo generacional. Ya no hay tantos jóvenes, ni niños, como en otras épocas . Aunque el núcleo de personas de mediana edad participan en varios grupos. Algunos son miembros de la fraternidad laical dominicana y a la vez catequistas, o bien colaboran con la ONG, o pertenecen al grupo de mayores, o participan del voluntariado de Cáritas . No son muchas personas, pero su fuerte vinculación con la parroquia, y con los padres dominicos, les interpela en su compromiso de fe.

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