Irresponsables en la desescalada: fiestas en la calle, botellones y pachangas de fútbol
La Policía Municipal investiga hasta cinco vídeos de juergas en la vía pública para dar con los implicados. No se descarta que puedan ser juzgados por la vía penal
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«Que la ciudadanía no baje la guardia. Vamos a seguir trabajando en la prevención de esta pandemia. Seguimos teniendo a personas infectadas y fallecidas a diario». Así de rotundas se manifiestan fuentes policiales de toda solvencia sobre los primeros días de desescalada y las imágenes que se están encontrando los agentes en comparación con la buena actitud de las semanas de confinamiento total. «El efecto que estamos comprobando es que la gente está teniendo el juicio subjetivo de que esto va para abajo y que se puede salir a la calle como si nada. Quizá sea también porque se anuncian con demasiada antelación las medidas del desconfinamiento que hay gente que se lo salta», añaden.
La Policía Municipal tiene, de hecho, varias investigaciones importantes abiertas, más allá de las propuestas de sanción diarias. En la zona de Malasaña, dentro del barrio de Universidad, el pistoletazo de las 20 horas del pasado sábado fue aprovechado por un grupo de jóvenes para montar una fiesta improvisada en la calle del Barco, a plena luz del día y ante la mirada estupefacta (y en algún caso de reproche) de los allí presentes. La escena se repitió también en Conde Duque, donde más de una decena de personas se arremolinó a la altura de un Dj de balcón, que amenizaba la juerga con música electrónica, luces y megatrón, un efecto típico de las discotecas.
Por eso, la Policía Judicial del Cuerpo local ha comenzado a investigar estos hechos. Los agentes analizan, al menos, cinco vídeos . Tres de Malasaña, otro en Barco y un quinto en otro punto de Centro. «Visionamos los vídeos, identificamos la calle, y quienes participan en ello. Vemos por la zona si pasan por allí o si les conocen, y se les propone, cuando les pongamos nombres y apellidos, para sanción», explican otras fuentes consultadas.
Pero, ojo, advierten: esos comportamientos y otros que se puedan producir pueden ser, además de objeto de sanciones administrativas, susceptibles de penas de prisión. «Es algo que estamos mirando, no descartamos que vayamos también por la vía penal ; tanto por un delito de desobediencia grave como por otro contra la salud pública. Si se comprueba que están infectados y han puesto en peligro a otra gente», aclaran.
En cuanto a las multas, van desde los 601 euros por saltarse el confinamiento (en virtud de la Ley de Seguridad Ciudadana), a otros 301 (por la «ley antibotellón», si están bebiendo en la calle ) o de 1.200 euros, en caso de aplicárseles la legislación por trastornos de la drogodependencia, que es el caso más probable. Ha habido más casos, como este mismo martes por la noche, cuando pasadas las diez y media, la Policía Municipal tuvo que intervenir en una vivienda de Carabanchel donde habían montado una fiesta con la música a tope y todos sus ingredientes. Nueve personas fueron propuestas para sanción.
«En general, la sensación que tenemos es que la conciencia de la gente se está relajando –explican los agentes–. Por ejemplo, en Vallecas había más gente en la calle el día 1 que el día 2». Y, como el próximo fin de semana está a la vuelta de la esquina, el Cuerpo ya tiene previsto un dispositivo especial para esos días, en materia de seguridad vial, pero también de vigilancia en barrios y en grandes vías: «Se va a reforzar la presencia policial. La juventud es la que desde el primer día perdió más el ‘miedo’, solo hay que ver las 75 actuaciones contra pequeños grupos que hacían botellón en la calle».
«¡Qué no me quedo en casa!»
Bailes improvisados, música, cánticos («¡qué no me quedo en casa!»), pequeños botellones y hasta pachangas de fútbol. Superados los primeros días de la fase inicial de la desescalada, son varios los episodios controvertidos que no han pasado desapercibidos entre los residentes de muy diferentes enclaves de la capital. Pese a que la mayor parte de la ciudadanía está haciendo un uso correcto de las llamadas medidas de alivio, no todos se están comportando de manera responsable.
«Suponemos que son hechos aislados. Pero es verdad que estamos observando cierta relajación colectiva, sobre todo de los más jóvenes, que caminan en pandillas», advierte el portavoz de SOS Malasaña, Jordi Gordon, preocupado por la tradicional «invasión» que este enclave sufre desde hace años: «Aquí viene mucha gente debido al ocio nocturno y al botellón». Por ello, mantendrán este viernes una reunión telemática con el concejal de Centro, José Fernández (PP), para mostrar su disconformidad con la propuesta de los hosteleros al Ayuntamiento de ampliar las terrazas y sacar las barras de los bares a la calle: «La desgracia de la llegada del virus ha servido al menos para poner de relieve un ecosistema nuevo, en el que los vecinos pueden dormir tranquilos, salir a leer a sus terrazas o charlar entre ellos».
Más al sur, en el barrio oficioso de Lavapiés, se armó un pequeño jolgorio a rebufo de la potente música que salía de un primer piso. «No es un problema general, sino de gente descerebrada» , apunta la presidenta de la Plataforma del Barrio de Lavapiés, Begoña Sebastián, quien recalca la buena labor de la Policía Nacional y Municipal: «Durante la cuarentena han realizado numerosas actuaciones. Hasta cinco veces han tenido que precintar la plaza de Lavapiés», prosigue, convencida de que la mayoría de los vecinos han cumplido el confinamiento: «Los que se lo han saltado son los que salen a trapichear con drogas, que siempre son los mismos».
Fuera de la M-30, el barrio de San Cristóbal de los Ángeles (en el distrito de Villaverde) es otro de los puntos señalados en rojo por su vecindario. El domingo, las canchas ubicadas frente al colegio Ramón Gómez de la Serna tuvieron que ser desalojadas por la Policía Municipal debido a los partidos de fútbol que se estaban celebrando. En un vídeo, al que ha tenido acceso ABC, se observa a una multitud de jóvenes huir a la carrera en el momento que una pareja de agentes accede al recinto para dispersar a la masa.
A poca distancia de allí, en el parque de la Dehesa Boyal, las cintas de prohibido el paso han sido arrancadas ante la mirada atónita de los paseantes. Allí, es frecuente encontrar a personas haciendo ejercicios de gimnasia en los aparatos instalados al aire libre. «Tocando todos las mismas barras. A este paso no recuperaremos la normalidad hasta el año que viene», protesta un transeúnte. En el Ensanche de Vallecas, la pista de «parkour», colindante al centro comercial de La Gavia, tuvo que ser clausurada después de que algunos jóvenes entrasen para practicar en ella.
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