Madrid abraza la fase 2 de desescalada

«Es un día importante: es el primer café que me tomo con mi amiga en tres meses»

La región avanza abriendo grandes superficies y el interior de los bares con fuertes medidas de seguridad, pero con poca asistencia a las aulas

Un trabajador de Apple, en Sol, toma la temperatura, ayer, a una clienta Jaime García

Carlota Barcala

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Inés señala con los dedos en un calendario de papel los días que hace que no sale de casa : setenta y seis. Es su forma de contarlos. Coincide con el tiempo que lleva sin ver a Angustias, su mejor amiga. Una vive en la zona de plaza de España ; la otra, en Príncipe Pío. Y este fue, ayer, el lugar elegido para reencontrarse por primera vez en dos meses y medio. «Es un día importante: es la primera vez que salgo de casa y el primer café que me tomo con mi amiga en tres meses», afirma, llena de júbilo, Inés. Las dos septuagenarias han permanecido confinadas todo este tiempo por culpa del coronavirus. Sus hijos no querían que corriesen ningún tipo de riesgo. Aunque los cotilleos y su rutinario día a día se lo contaban por teléfono –«Hemos hablado todos los días, algunos incluso dos veces, no teníamos nada mejor que hacer», continúa la mujer–, echaban de menos pasear y sentarse en una cafetería : «Un café que sabrá a gloria. El mejor que me habré tomado».

Para las dos amigas, entrar en el centro comercial de Príncipe Pío ha sido una grata sorpresa. No sabían que estaba abierto. En la primera planta miran, con melancolía, la parte superior. «Solo falta que abran los cines . Vendremos, aunque tengamos que estar separadas», subraya Angustias, bajo la mirada de su compañera, que asiente con la cabeza. «A ver si se marcha ya el virus », dicen antes de continuar con su paseo.

Al interior de la superficie comercial volvieron ayer los clientes bajo estrictas medidas de seguridad : alfombrillas desinfectantes, dispensadores de gel y máquinas expendedoras con mascarillas, guantes e hidroalcohol para las manos, señalizaciones para la distancia de seguridad y control de aforo (tanto informatizado como de forma manual por parte de los trabajadores de seguridad) en las tres entradas abiertas, donde también toman, de manera voluntaria, la temperatura . Además, han retirado las zonas de descanso hasta la próxima fase.

Un cliente de Principe Pío se echa gel desinfectante al entrar Jaime García

Susana es dueña de uno de los locales: una franquicia de helados que sube la persiana a media mañana por primera vez desde marzo. «Empezamos el 6 de diciembre y el negocio iba fenomenal, pero llegó el gran parón», explica la propietaria, aunque admite que por sus productos es buena época para abrir. «Volvemos con fuerza, con ganas e ilusión», manifiesta, mientras recibe la fruta con la que prepara los helados naturales. Cinco de sus seis trabajadores han salido ya del ERTE .

Frente al centro comercial, el mesón Ferreiro retoma hoy su actividad. Tras la barra atiende Luis, trabajador desde hace casi tres décadas. «Ni siquiera habíamos abierto la terraza porque no compensaba para solo seis mesas. Ahora, que podemos abrir el comedor sí que volvemos», cuenta el empleado, con ganas de que el negocio funcione de nuevo. Manifiesta que muchos de los vecinos no conocían la reapertura. Una de ellas es Carmen que, protegida con la ya inseparable mascarilla, toma su primer café dentro de un bar. «No sabía que ya se podía entrar a los restaurantes . He venido de paseo y lo he visto. Me apetecía mucho sentarme y tomar algo, con calma como antes», cuenta la residente de Centro.

Pero la alegría, como siempre, va por barrios. En la Cava de San Miguel el ambiente es muy distinto. De toda la calle, solo hay una terraza en la acera, sin gente. «Tenemos que decidir qué hacemos pero, de momento, no vamos a abrir. No nos compensa », explica uno de los empresarios de este enclave turístico. Él ha decidido, como muchos otros en la calle aledaña a la Plaza Mayor , recibir clientes solo los fines de semana.

Un hombre toma el aperitivo en el interior del mesón Ferreiro Jaime García

El pasado, la Policía Municipal lo multó por poner más mesas de las permitidas (1.814 terrazas fueron sancionadas en fase 1): le había pedido permiso a un mesón que no abrió sus puertas para ocupar parte de su espacio, pero la justificación no sirvió a los agentes. «Hay una presencia policial absoluta que no pasa en otras zonas de Madrid. Nos sentimos delincuentes. Seguro que llega antes la multa que el pago de los ERTE a mis trabajadores», continúa el hombre, visiblemente molesto. La Comunidad de Madrid autorizó ayer a los hosteleros ampliar el aforo en el interior de los locales del 40 al 50%. Por su parte, desde CEIM cifraron que un 50% de los bares y restaurantes de la región habían abierto.

La desescalada se vivió también en el transporte público . A primera hora, Metro registró un aumento del 14% de viajeros (175.185) con respecto al lunes y al viernes pasado. Las cifras están lejos de la normalidad: el mismo lunes de 2019 los usuarios del suburbano fueron un 67% más.

Los colegios de Primaria fueron el otro gran sector que retomó la actividad, con clases de refuerzo, tras meses sin presencia de alumnos en las clases y con educación «online» . La vuelta a las aulas no tuvo la misma acogida que la apertura de grandes superficies, tiendas de más de 400 metros cuadrados o el interior de los restaurantes. El «seguimiento entre los centros» fue muy diferenciado, indica el presidente del Consejo de Directores de Madrid, Óscar Martín Centeno, a Europa Press. «Ha habido casos bastante notables de centros que sí que habían hecho un llamamiento de 20, 30 o 40 alumnos y han asistido muy pocos o incluso no han asistido», manifiesta el representante, que también destaca que «pocos alumnos cumplían los requisitos para ser llamados».

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