«Estamos preocupados con las terrazas, es un desmadre»
Los vecinos de las zonas más concurridas critican el incumplimiento de las medidas y la invasión de las aceras
Mesas de más, mesas que no guardan la distancia de seguridad, mesas que no se desinfectan entre comensal y comensal. El (ansiado) regreso de las terrazas , el pasado lunes, con las limitaciones que impone la fase 1 , no está exento de irregularidades. Ya desde el primer día, la capital fue testigo de colas y calles abarrotadas de aquellos que esperaban para tomar su primera cerveza en mucho tiempo.
«Estamos preocupados, es un desmadre», declara, en conversación telefónica con ABC, la portavoz de la Asociación de Vecinos El Organillo de Chamberí , Pilar Rodríguez. «La excepción es que se cumpla la normativa, la norma es que no» , asegura Rodríguez, que ha visto las aglomeraciones que se forman frente a los bares, donde muchas personas, a falta de una mesa, beben en la calle. «Está un poco fuera de control», dice, y apunta a las calles de Santa Engracia y del General Álvarez de Castro como algunas de las vías más problemáticas.
Las restricciones de la primera fase de la desescalada, que permite la reapertura de las terrazas con la mitad de su aforo , tampoco se siguen al pie de la letra. «El tema del número de mesas empezó muy mal. Pensaban que el 50 por ciento de dos mesas eran dos mesas», describe el presidente de la Asociación de Vecinos Cavas-La Latina , Saturnino Vera. «Las mesas están a dos metros, pero luego la silla a metro y medio, que retrocede cuando el comensal se sienta», añade Vera.
En una de las terrazas que se suceden en el bulevar de la calle de Ibiza, tres mujeres aguardaban ayer su turno para sentarse, mientras el camarero pasaba un trapo sobre la mesa. «Pero las sillas no las ha desinfectado», comentó con recelo la mayor de ellas, una anciana. El empleado se apresuró a hacerlo; solo entonces las tres, protegidas con mascarilla, ocuparon sus sitios. La correcta limpieza es otro de los puntos que se ponen en cuestión. «Se juntan grupos muy grandes, sin mascarilla, se levantan y se sientan otros», dice Vera.
Los «acusados», no obstante, se defienden. «Los primeros días sí que hubo lío, la gente viene y espera, no puedes controlar eso», comenta Jeremy, el encargado de una de las terrazas que han vuelto a la vida en el bulevar de la calle de Ibiza. Si antes del estado de alarma contaban con 18 mesas, ahora tienen nueve , separadas conforme a la normativa. «La Policía vino cuatro veces por esta zona la semana pasada», remarca.
De hecho, desde el pasado lunes, la Policía Municipal ha inspeccionado 2.834 terrazas de la capital, de las que 1.165 concluyeron con denuncia. Los agentes, que aseguran «tratan de primar la labor pedagógica e informativa», corrigen a los hosteleros y, en casos de incumplimiento específico, llevan a cabo propuestas de sanción, que se remiten a la Junta de Distrito correspondiente.
Pese a estos datos, los vecinos exigen más presencia policial. «No entiendo por qué la Policía no está encima», lamenta Vera, que asegura llamó en una ocasión al 092 para denunciar una de las terrazas de su barrio y, tras cuatro minutos esperando respuesta, colgó el teléfono. «En Chamberí tenemos una patrulla para todo el distrito, aunque tengamos el mayor número de mesas por habitante de Madrid», escenifica Rodríguez.
Decenas de ampliaciones
Al margen de las medidas de seguridad impuestas por la pandemia, la vuelta de las terrazas ha traído consigo viejas batallas, reavivadas con la nueva normativa establecida por la Comisión de Terrazas del Ayuntamiento de Madrid . El Consistorio decidió flexibilizar los criterios para permitir a las terrazas expandirse por aceras y calzadas, así como para autorizar el montaje de nuevas terrazas.
Las solicitudes no se han hecho esperar. Desde el pasado martes, el Ayuntamiento ha dado de alta 257 expedientes ; de ellos, 188 se tratan de modificaciones de las autorizaciones para ampliar la superficie de las terrazas y 69 corresponden a nuevas instalaciones. Con ello, afloran de nuevo las quejas vecinales, que critican que no se deja un espacio mínimo de dos metros y medio para el paso de peatones. «Algún vecino sale con la cinta métrica», asevera el presidente de la asociación vecinal de Retiro Norte, Alejandro Merino. «Otra vez vuelven a las andadas», dice, por su parte, Vera. «Hay terrazas con mesas pegadas a los bancos donde se sienta la gente», critica Rodríguez sobre su barrio, donde la mayoría de residentes son de avanzada edad.
Algunos aceptan este panorama, a sabiendas de que es temporal . «Qué le vamos a hacer», mascullaba ayer una anciana en la calle Ibiza. Juan, jubilado, es más permisivo: «Es una situación extraña, hay que abrir la mano».
Noticias relacionadas